La autora nos muestra en este libro su fascinación por las zonas intermedias: la medianoche, los puertos, las grietas, esquinas, mudanzas. Estas zonas son el lugar de las preguntas, la imaginación y el miedo a lo desconocido. En la oscuridad surgen toda clase de imágenes y recuerdos: árboles, frutas, animales o cajas de botones adquieren bajo su pluma un aire misterioso y epifánico. Fragmentos de vida que la autora enfoca y desenfoca. Ese libro mira el mundo a la vez de cerca y de lejos.
Desde su primer libro, Raíz de sombras (FCE, 1988) hasta Cerca, lejos (Textofilia, 2013), la poesía de Blanca Luz Pulido ha declarado siempre, en sus versos, una fascinación por los misterios y los procedimientos que la realidad elige para poblar la vida: las conductas de la luz y de la oscuridad, los cambiantes elementos de la naturaleza y del tiempo, y las sorpresas que dictan los sentidos. Se diría que su exploración ha ido cambiando de temas tal vez, pero sin renunciar al objetivo de hacer de cada poema un instrumento sensible y a la vez riguroso, leve pero inclinado hacia las sombras, atento a los caminos del día y en busca siempre de ese espejo que lo complete: el lector.