Sabemos que la mejor herramienta de un escritor son sus ojos y este libro no lo desmiente, al contrario. Los cuentos de Marco Julio Robles son obra de un acucioso observador, capaz de crear atmósferas muy inquietantes, intensos enigmas que nos recuerdan en su refulgente oscuridad a algunos relatos de Inés Arredondo o de Raymond Carver. Esas madres impredecibles, esos jóvenes que descubren su naturaleza erótica en la amistad o en el contacto con lo rudo, en el atisbo al sexo en apariencia opuesto, esas mujeres y perros que habitan una realidad rica en detalles, símbolos y gestos en los que las cosas no necesitan decirse para que sucedan, todos ellos cargan la dinamita de la revelación, la epifanía joyceana mediante la cual, al terminar el libro, nos acabamos preguntando por nosotros mismos y nuestra realidad. Y la escritura fina y cuidadosa de Marco Julio Robles plantea sus preguntas como quien va dejando un mensaje de guijarros. El lector que lo siga se encontrará con muy buenas sorpresas, entre ellas, la de encontrar una nueva voz que domina su herramienta y una mirada que nos dice algo muy nuevo sobre cosas viejas.
Ana García Bergua