El perro de la escribana no es una novela más de María Luisa Mendoza. Es la gran obra de su madurez donde los sellos de su estilo y tema arraigan plenamente.
La escribana se robustece entre los fantasmas de todos sus sueños y duermevelas y a su lado, con paso de andadura, ella asciende y desciende a través de las edades por los cuartos y jardines de las casas de familia que su estirpe ha construido y habitado. Hay luz en la novela. Toda la luz. La crónica de las penumbras y los rayos lunares en abanico y el golpe del sol pleno. Los reflejos magentas del moaré. También erotismo. Es leve, perturbador. Un beso plantado al vuelo de la crinolina. Novela de la dicha y el sainete, del drama y lo doméstico bellaco. Tragedia. Este mundo es el de la tristeza alimentada por la nostalgia y es lo que en los ojos engendradores del personaje se avista y así ella convoca la biografía de los moradores y la edad de las piedras y sus anales. El perro de la escribana son dos: Dimes y Diretes. Las casas son nueve, que es número cabalístico. Novela de atmósfera y de sutileza. Triste. Hay que leerla nomás.
List Arzubide, Germán Gallardo Dávalos, Salvador Vela, Arqueles Cueto, Germán Maples Arce, Manuel Rivas Mercado, Antonieta Torres Bodet, Jaime Montenegro, Manuel Roberto Nandino, Elías Owen, Gilberto Cuesta, Jorge Novo, Salvador Villaurrutia, Xavier Gorostiza, José Ortiz de Montellano, Bernardo Pellicer, Carlos