María Luisa Mendoza nació en la ciudad de Guanajuato. Periodista y autora de numerosos libros de reportajes, publicó en esta misma serie su novela: Con Él, conmigo, con nosotros tres.
Fantástica historia de amor, de crimen y misterio. La intimidad de una mujer que vendió su alma al sexo, el sexo al sexo y al Diablo la inmortalidad. Ausencia Bautista: una gozadora, jamás una pervertida. Esta novela es la crónica de Ausencia Bautista. Ella viviendo apenas un gajo de la naranja de la vida. Mujer que no existía en la literatura mexicana. Ondulación de un zepelín en vuelo y una cadera balumba; correteo del trenecito de vía angosta que se detiene para que los pasajeros almuercen y navegación del Gigante, trasatlántico embellecido por los caprichos de viajeros trillonetas y a tono con mayestáticas costumbres. Ausencia es la presencia de una mujer eterna que como Dorian Gray mantiene su sosias (Enedina y no un óleo), que es la que se agota a tiempo que Ausencia se ejercita. Es, pues, una fuerte novela —que acepta todos los adjetivos exaltantes: el idioma superlativo y novísimo—, que se mira en el reflejo de los siete espejos que la miran, la reproducen y asimilan. Encantamiento idiomático, pleno de ironía y buen humor, como el del subyugador de serpientes: palabras que se yerguen desde el cesto de mimbre, se inflan y rellenan, con sus largos cuerpos, la nostalgia y la imaginación del lector.
María Luisa Mendoza La China (1931) escribe lo que sigue en su distintiva prosa de guanajuatense y santamariarribereña (D.F.) en torno a muchas cosas y, en particular, a su novela De Ausencia (1974): "Vivimos y aquí estamos en una Latinoamerica subdesarrollada y maniatada. La cosa es fuerte, los días son difíciles, ¿cuál esperanza?, ¿cuál llegaranza? El escritor o cesa de escribir porque en una ráfaga entiende que no tiene caso hacerlo, o si escribe lo intenta en el dolor de para qué.
"Algunos escritores escritores nos preguntamos: ¿soy escritor? Desde luego, porque escribo. Pero, ¿qué escribo? Como escritora cuento la historia de una mujer que vendió su alma a la juventud. Una mujer que durará cien años, doscientos, sin arrugas, ni canas, ni lumbago, ni reuma. Una mujer que debió de ser si no Adelita de suelo plano por lo menos una guerrillera de montaña agreste. Pero que no lo fue porque se enamoró perdidamente del filo dorado de una taza de porcelana holandesa. Y estaba del lado de los ricos. Sería hoy de la iniciativa privada. Por eso mi Ausencia Bautista, la tan poco heroína de mi novela, es nada, no vale. Vive entre quinqués y avionzotes Concord. Se mancha las manos de sangre de crimen pasional, que es mucho más vpalida que la sangre perdida en el ideal político, cosa que no tiene madre."
La crítica considera De Ausencia como una de las mejores novelas de La China, autora prolífica que, además, ha ejercido una larga cantidad de oficios que van de diseñadora de interiores a representante popular por su estado. Y a la que se describe "Articulista, ensayista, defensora de los derechos humanos; una periodista en el sentido más limpio de la palabra."
Es probable que en la literatura mexicana no exista un personaje parecido a Ausencia Bautista Lumbres: huérfana y muy pobre en su infancia, acaudalada y autónoma a partir de que su padre adquiere una próspera mina y muere. Sin más dueño que sí misma, entre amantes y opulencia, y con la complicidad de la fiel Enedina, Ausencia se dedica a gozar de la vida y de su cuerpo eternamente joven, sin consecuencias ni remordimientos, por lo que su conflicto viene de un lugar más profundo, de un cuestionamiento filosófico de la feminidad, de su existencia frente al otro. El lenguaje y la técnica narrativa con que "La China" Mendoza logra este vértigo sin precedentes desborda todos los límites, especialmente los del lenguaje: en una sintaxis abigarrada se tejen lo mismo neologismos, arcaísmos y cultismos que expresiones populares; el resultado, aunque complejo, no deja de ser divertido. En palabras de Jazmina Barrera, "el humor en este libro es parte del gozo pantagruélico, que Rabelais habría podido escribir sólo si hubiera sido mujer".