Elsinore es una novela que versa sobre los ritos de iniciación de los adolescentes en un colegio militar de Estados Unidos. Collage de lenguas, patrones sociales y niveles expresivos Elizondo realiza una jugada magistral a su proyecto literario: un aparente realismo se ve enmarcado por un principio fantástico e imposible que sólo existe por la palabra misma.
Elsinore. Un cuaderno recrea los años de Salvador Elizondo en la Escuela Naval y Militar de Elsinore, California, durante el periodo de la posguerra en Estados Unidos. La experiencia y el recuerdo convergen en este acabado ejemplo de Bildungsroman o novela de formación, en que se relata el paso a la adultez del joven Salvador, su despertar erótico y las aventuras que vive junto a su amigo Fred. Elsinore retrata un mundo de contrastes que hacen eco hasta nuestros días: inglés y español, mexicanos y estadounidenses, cadetes y braceros, la ciudad y el internado, todos se dan cita en sus páginas. Se publicó primera vez en 1988, El Colegio Nacional celebra su trigésimo aniversario con esta edición ilustrada por Nuria Meléndez Gámez, con una presentación de Paulina Lavista y un prólogo de Daniel Saldaña Paris, a la que acompañan fotografías de la niñez y la adolescencia del autor que sin duda enriquecerán su lectura.
En Elsinore: Un cuaderno el autor narra su estancia en una escuela militar de California al acabar la Segunda Guerra Mundial. Memoria y ensoñación se entretejen para construir una Bildungsroman –o novela de formación– sobre el despertar sexual del muy joven protagonista y a la vez un emocionante relato de aventuras. Elizondo retrata un abanico de contrastes: el mundo adulto y la adolescencia, el inglés y el español, los braceros y los blancos estadounidenses, las calles de la ciudad y el encierro del internado, el drama y el humor. Como apuntó Octavio Paz en una carta al autor, se trata de “un libro breve y perfecto [en el que] se alían la ligereza y la inteligencia, la gracia y la melancolía […], todo transformado en una prosa fluida, transparente. Milagro de la economía verbal: no sobra ni falta nada”.