LA PRINCESA DE ÉBOLI MUESTRA LA AUDACIA DE UNA MUJER QUE, COMO BIEN INDICA NACHO ARES, no aceptó el rol que deparaba la época al género femenino, y que se enfrentó sin miramientos –y el adjetivo que escojo aquí sí tiene que ver con el estado tuerto de dona Ana de Mendoza– al hombre más poderoso de su tiempo. Una carta dirigida a su marido, escrita en la fortaleza de Simancas, cerca de Valladolid, el 8 de enero de 1558, expresa de forma diáfana su pensamiento : "pudiera yo hacer de mí todo lo que quisiera". Decía Ortega y Gasset que "muchos hombres, como los niños, quieren una cosa, pero no sus consecuencias". Y allí está doña Ana de Mendoza de la Cerda y de Silva Álvarez de Toledo, princesa de Éboli, quien lo tenía todo, apostó contra todo, perdió todo y encaró con fortaleza y aplomo su destino.
Camilo Ayala Ochoa