La "Falsa Novela Rusa" apareció como un texto vanguardista y provocador, al que unos cuantos años después acompañarían cinco falsas novelas más: una china, una tártara, una negra, una alemana y una americana, reunidas en un solo volumen editado en París en 1927. Con estos breves relatos, Ramón Gómez de la Serna aparece como el mejor ejemplo de que un magnífico lector puede llegar a ser un escritor de similar, mas no de igual y lógica valía que sus antecesores. Con su premeditada narración, cuya falsedad radica en su propia y gozosa confesión, pone un pie dentro de la historia de la literatura universal, aceptando que se puede escribir, no como en el pasado, pero sí desde ese otro pasado irrepetible que fosiliza la literatura y que es, sencillamente, la lectura.