NO HAY TAL LUGAR consta de siete cuentos que bastarían para darle un lugar destacado a Sergio Pitol en literatura mexicana si sus libros anteriores, Infierno de todos, Los climas, no le hubieran dado ya ese lugar. En ellos encontramos no sólo un mundo personal, cerrado, hecho de vivencias y de recuerdos muy concretos, regido por constantes y paralelas a las que el autor regresa de una manera natural e inevitable, sino también, por encima de él, una visión, un sentido de la realidad que le da un peculiar valor a ese mundo, haciendo que la literatura que nace de él nos entregue una viva y profunda imagen de la condición humana.
El sueño y la vigilia, lo imaginado y lo vivido, el presente y el pasado conviven en estos cuentos de Pitol como aspectos intercambiables de una sola trama densa y apretada que obseden la conciencia sin necesidad de que ésta los conjure con una fuerza en la que se mezclan la condena y la liberación. Así, más que un grupo de anécdotas o de situaciones, lo que los cuentos nos entregan con una rara intensidad es la textura misma de la vida, un sutil tejido de hilos misteriosos en cuya suma se encuentra el secreto de nuestra identidad.
Sergio Pitol sabe obligarnos a participar de ese secreto mediante la creación de una atmósfera enrarecida y perturbadora en la que lo banal y lo cotidiano, lo conocido, aquello en lo que creemos que descansa nuestra seguridad, está siempre amenazado por la sinrazón y la locura, por lo extraordinario, y la realidad que construimos dolorosamente puede desmoronarse en cualquier momento sin que jamás sepamos cual es la fuerza que la determina. Encontrar el tono y el lenguaje capaces de comunicar lúcida y efectivamente esa atmósfera es a la vez el secreto del arte narrativo de Sergio Pitol.