Bienvenidos a Montsou, Francia. Lo de "bienvenidos" es un decir. Nadie ha llegado aquí por placer, y no es Montsou un sitio que sobresalga por sus actividades culturales, lúdicas o recreativas. Es solo un pueblo minero ubicado al norte de Francia donde triunfan el aislamiento, el analfabetismo, la desesperación, la vergüenza, la culpa, la violencia, el miedo, el tedio estupidizante, el alcoholismo, un clima arbitrario e impenitente, una industria altamente trituradora y destroza-huesos y una extensa lista de defectos y minusvalías sociales. Montsou, además, es el escenario de la novela que ahora sostienen en sus manos, novela que es una de las cúspides literarias del siglo XIX y que surge de, versa sobre y conecta con la gente de clase obrera. Los personajes que la pueblan son seres desesperados -de forma pasiva algunas veces, de forma activa otras-, deteriorados, hundidos, sucios, estigmatizados por las otras clases y llenos del hartazgo primordial de los desposeídos y los huelguistas. Esto hace de Germinal (1885) el gran libro del proletariado, y de su autor, :Émile Zola (1840-1902), uno de los más punzantes intérpretes de la dominación. Casi nadie había logrado hablar con tanto detalle, certeza, sinceridad y belleza sobre el trabajo asalariado y su agenda más manipuladora y más enferma: el de ser una institución básicamente destinada a destruir el amor, el ensueño, los placeres, las pasiones, el desplazamiento, la creatividad. Lo bueno es que la novela nunca es moralmente acomodaticia ni extrae lecciones éticas en blanco y negro de los movimientos sociales. Quizá por eso, como nos dice Agustín del Moral en su prólogo a esta edición: "mantiene su vigencia, sí, por sus logros literarios, pero, también, por su contribución al despertar de la conciencia pública".