El 22 de Septiembre de 1910, dos meses antes del estallido revolucionario en Máxico, Justo Sierra Méndez encabezó uno de los actos más importantes dentro de la conmemoriación del centenario de la Independencia: la inauguración de la Universidad Nacional de México. No era éste un acto más entre las festividades del centenario, sino la realización de un anhelo heredado de la más pura raigambre liberal del siglo XIX. En este breve volumen reproducimos el discurso que Justo Sierra pronunció en tan significativa ocasión, del que Andrés Henestrosa afirmara "es el más perfecto de sus discursos, no solo por el contenido y por la forma, sino por la emoción humana y patriótica que lo ilumina''. En él vierte el ideario de lo que debería ser la nueva Universidad. En su concepción estaban implícitos la promoción del desarrollo integral de los jóvenes, el fortalecimiento de la voluntad sin egoísmos y, sobre todo, "que se enseñase a investigar y a pensar, investigando y pensando" para nutrir la enseñanza.
[Presentación de Juan Ramón de la Fuente].