Esta obra contiene ocho pláticas sostenidas por Jean-Baptiste Botul -invención o, si se prefiere, un alter ego literario del periodista y ex profesor de filosofía francés Frédéric Pagès-. La identidad de un escritor importa menos que la calidad de su obra; por la audacia y la inteligencia con que aborda el pensamiento kantiano, Botul merece ser leído como un filósofo de verdad. Entre las muchas sugerencias brillantes de Botul, hay tres tesis centrales: la cuestión de si hay o no vinculación entre la vida personal de un pensador y su quehacer filosófico teórico, la universalidad del imperativo categórico y la vinculación entre celibato y filosofía.
Un divertimiento es, realmente, esta colección de ensayos de Botul, filósofo inventado por Frédéric Pagès, que constituyen el supuesto cuclo de conferencias que ofreciera a petición de un grupo de migrantes alemanes, admiradores de Kant, que habían fundado en Paraguay una colonia bautizada como Nueva Koningsberg y que vivían en Sudamérica a la manera del famoso filósofo germano, después de haber tenido que salir huyendo de la invasión soviética a Prusia. El reto para Botul era sostener el presupuesto de que Kant había vivido en perfecta castidad, cuestión que amenazaría la existencia futura de la comunidad en cuestión, o empañar la leyenda dorada del maestro y ponerse en el riesgo de ser acusado de revisionista.