Esta notable traducción, a partir del texto original de la Oratio de hominis dignitate, muestra un profundo conocimiento del periodo renacentista y mantiene siempre una versión clara y equilibrada. El autor no está exento de la curiosidad renacentista que indaga cualquier tradición o saber "profano". No podemos dejar de admirar su erudición, que lo mismo abarca los misterios cristianos que los misterios órficos, los secretos de la cábala que las escuelas filosóficas de Platón y Aristóteles. El autor italiano aborda el tema del hombre como centro del universo. Su mérito histórico, según escribe Carlos Llano Cifuentes en la Presentación de esta obra, fue "haber formulado por primera vez la idea de que la dignidad del hombre estriba ante todo en su libertad para formar y plasmar su propia naturaleza".
En este ensayo, Della Mirandola formula tres de los ideales fundamentales del Renacimiento: el derecho a la discrepancia, el respeto por las diversidades culturales y religiosas y el derecho al crecimiento de la vida a partir de las diferencias. Propone, por primera vez en la historia, que la dignidad del hombre se fundamenta en su libertad para formar y proyectar su propia naturaleza, con o cual anticipa la noción clave del existencialismo, que considera al hombre no como un objeto en sí, sino como un sujeto para sí. Da cuenta, además, de una erudición que abarca desde los misterios cristianos y órifcos, la religión de Zoroastro, los secretos de la cábala, las escuelas filosóficas de Platón y Aristóteles, hasta las disquisiciones escolásticas de Tomás de Aquino y de Juan Duns Scroto y esto forma parte, al fin y al cabo, del cultivo de su alma.