A lo largo de escasos tres años, la colección aquí estudiada publicó brevísimas novelas de costumbres y policiales, sentimentales, históricas, experimentales, fantásticas y realistas. Constituye un esfuerzo sin precedentes por difundir la novísima narrativa mexicana, de manera inmediata, con altos tirajes e incluida en el precio del semanario de la modernidad mexicana, El Universal Ilustrado.
Para considerar su importancia, basta recordar que dio a conocer como narradores modernos entre otros a Francisco Monterde, Marco Aurelio Galindo, Carlos Noriega Hope, Arqueles Vela, Xavier Icaza, Gregorio López y Fuentes, Armando C. Amador, Carlos Barrera, Antonio Helú, Manuel Horta, Juan Bustillo Oro, Gilberto Owen y José María González de Mendoza.
La apuesta de La Novela Semanal por la brevedad resulta una conquista, más allá del cierre del proyecto en 1925: concursos, series, y espacios de publicación semejantes se abren desde entonces para la novela corta mexicana, siguiendo su impronta democratizadora. Se trata en este sentido de otra literatura movilizada por los acontecimientos históricos revolucionarios.