El norte de México no sólo es el lugar donde se come machaca, cabrito o carne asada, se baila norteño, surgen los narcos o se desarrollan las películas de los Almada. En el ámbito de la cultura, como se demuestra en un capítulo de este libro, esa zona se ha convertido en una parte sustancial que enriquece nuestra comprensión del país. La geografía, la historia, las editoriales, entre otros aspectos, otorgan una imagen coherente de la región y sus prácticas creativas. Dentro del espacio literario, el estudio de escritores nacidos o radicados en esa parte norfronteriza sitúa y pondera las aportaciones estéticas y su relevancia. En este libro se analizan los textos de cuatro autores básicos en el desarrollo literario del norte. La cuentística de Jesús Gardea permite señalar que su propuesta rebasa la idea de una literatura del desierto. Con la obra de Daniel Sada se comprueba que no todo depende del lenguaje poético sino del cómo se cuentan las historias. En Ricardo Elizondo se destaca el elemento femenino como integrante valioso de sus escritos. Por otra parte, con las novelas de Gerardo Cornejo asistimos a una estética irreverente, pero propicia a la meditación: la novela-corrido. Así, desde un enfoque multidisciplinario, advertimos cómo la narrativa de los estados norfronterizos está activa y va ganando terreno en la historia literaria del país.