1995 / 21 sep 2018 13:20
Carlos Noriega Hope cuya vida acortó un mal cardiaco y no la bohemia, fue un diestro y original narrador y un periodista inteligente y generoso. Su obra es muy breve, pues sólo publicó dos colecciones de cuentos, La inútil curiosidad (1923), con un “Colofón lírico” de Francisco Monterde, y El honor del ridículo (1924), con prólogo de Salvador Novo. Adaptó para el teatro algunos de sus cuentos, que se representaron, pero su autor no se preocupó por estas obras. Sólo se conservó completa “La señorita voluntad”, que Francisco Monterde incluyó en el tomo inicial de Teatro mexicano del siglo xx (fce, 1956).
Muy joven, Noriega Hope, fue enviado por El Universal a Los Ángeles, California, y en Hollywood fue uno de los primeros en conocer de cerca el ambiente cinematográfico. Este mundo, fascinante en aquellos primeros años veinte, le dio tema y le enseñó agilidad para algunos de sus mejores relatos: “La experiencia de Miss Patsy”, que Novo consideraba un cuento perfecto, y “Che Ferrati, inventor”, que me parece aún mejor. En otra vena, Noriega Hope escribió sobre el mundo de las redacciones de periódicos de la época (“Fracaso”, que dramatizada pasó a ser “La señorita voluntad”); cuentos de ambiente ranchero, como el notable “El tesoro de Cabeza de Vaca”, que se refiere a un bandido dieciochesco y no al explorador del siglo xvi, y en fin, de intriga mundana, como el también notable “El honor del ridículo”.
De 1920 hasta su muerte en 1934, Carlos Noriega Hope dirigió el semanario El Universal Ilustrado. Era un magazine de novedades y al mismo tiempo de crónicas, poemas, artículos de divulgación, notas de libros y mucho sobre cine. El director, escribía Novo, “es un admirador convencido de aquel arte nuevo, cuya estructura conoce la perfección”. El Ilustrado llegó a ser tan interesante gracias a que Noriega Hope abrió sus páginas a los jóvenes de las nuevas generaciones y, con la creación de “La novela semanal” (1922-1925), suplemento de la revista, dio impulso a los narradores mexicanos. La nómina de los colaboradores de la revista y la de los nuevos novelistas es impresionante. Con injusticia para tantos otros escritores, me limito a señalar que en El Universal Ilustrado –como ya se ha dicho– Salvador Novo se reveló como un periodista de excepción, y que en “La novela semanal”, José Juan Tablada publicó en varios cuadernos su única novela, La resurrección de los ídolos; Daniel Cosío Villegas, Nuestro pobre amigo; Gilberto Owen, La llama fría; el Abate de Mendoza, La luna en el agua y El hombre que andaba y otros cuentos verosímiles y Francisco Monterde, Dantón.
González de Mendoza resumió la significación de El Universal Ilustrado, dirigido por Noriega Hope, con estas palabras: “Contribuyó a la instrucción, deleitando. En el quinto lustro del siglo, fue el principal órgano de expresión de la generación que siguió a la del Ateneo de la Juventud.”
Los dos libros de cuentos de Noriega Hope no se han reimpreso. Hay una buena selección de ellos en La experiencia de Miss Patsy y otros cuentos (México, La Matraca, inba, Premià, 1986). Se han reimpreso 18 novelas de El Universal Ilustrado (México, inba, 1969); y el libro Carlos Noriega Hope, 1896-1934 (México, inba, 1959) que recoge estudios de Monterde y González de Mendoza y algunas páginas del homenajeado.
2002 / 14 may 2018 21:50
Hizo estudios en la Facultad de Jurisprudencia. En 1918 trabajó en la Secretaría de Agricultura y Fomento como ayudante técnico de antropología, al lado de Manuel Gamio. Fue corresponsal de El Universal (1919–1920) en Los Ángeles, California, donde se relacionó con el mundo del cine. En marzo de 1920 fue nombrado director de El Universal Ilustrado, revista semanal que cobró gran impulso a partir de entonces; acogió en sus páginas a los estridentistas y a algunos colaboradores de Zig Zag, revista cultural que dejó de publicarse en 1922; de 1922 a 1925 creó el suplemento “La Novela Semanal”, para dar oportunidad de publicar a escritores jóvenes. A partir del 6 de septiembre de 1928 el semanario se llamó sólo El Ilustrado, pues la costumbre le había simplificado el nombre y se anunció una dirección colectiva a cargo de Óscar Leblanc, Cube Bonifant y Porfirio Hernández y el propio Noriega Hope, quien se mantuvo al frente del semanario hasta el año de su muerte. Perteneció al grupo de los Siete Autores Dramáticos o Los Pirandellos, junto con Francisco Monterde, Ricardo Parada León, Víctor Manuel Diez Barroso, José Joaquín Gamboa y Carlos y Lázaro Lozano García. En 1926, el grupo manifestó su interés por revitalizar al teatro mexicano, enriquecerlo a partir de la difusión de autores extranjeros y la experimentación técnica y estructural en las piezas dramáticas.
Carlos Noriega Hope fue periodista y crítico de cine, narrador y dramaturgo. Su labor más importante fue la dirección de El Universal Ilustrado: creó secciones, organizó concursos e invitó a nuevos colaboradores para dar mayor presencia a la publicación. Participó en el mundo del cine como director, argumentista y crítico, tanto en la época del cine mudo como en la transición al sonoro. Dirigió la cinta La gran noticia. Destacan sus adaptaciones de Santa, de Federico Gamboa y Clemencia, de Ignacio Manuel Altamirano al cine. Bajo el seudónimo de “Silvestre Bonnard” participó en la polémica en contra del cine hablado (1929–1930) y reunió sus entrevistas a las estrellas de Hollywood, publicadas en la Columna “La Capital del Cine”, de El Universal, en El mundo de las sombras. El cine por fuera y por dentro. Reutilizó algunas de sus narraciones y obras de teatro para ir de uno a otro campo creativo e incluso al cine, como en el caso de Che Ferrati, inventor, La señorita voluntad, comedia basada en el cuento “Fracaso”, y El honor al ridículo. No se conservan los originales de algunas de sus obras como Una flapper. La naciente vida urbana y la conflictiva amorosa son temas recurrentes que le preocuparon y quedaron inscritos en el mundo del periodismo y el cine. En La inútil curiosidad y en El honor del ridículo están sus relatos publicados en “La Novela Semanal”. En el primero, la provincia, la añoranza revolucionaria y la modernidad enmarcan las aventuras de sus jóvenes personajes; en el segundo, sus historias se inscriben en un mundo cosmopolita
Nació en la Ciudad de México, el 6 de noviembre de 1896; murió en la misma ciudad, el 15 de noviembre en 1934. Periodista, crítico de cine, narrador, traductor y dramaturgo. Inició estudios en la Escuela de Jurisprudencia. Ayudante técnico de antropología en la Secretaría de Agricultura y Fomento, en 1918, al lado de Manuel Gamio. Corresponsal de El Universal (1919-1920) en Los Ángeles, California. Director de El Universal Ilustrado de 1920 a 1934. Creó el suplemento La Novela Semanal, 1922-1925, donde publicó La gran ilusión, Che Ferrati: inventor, Abril y El chivo encantado. Colaboró en El Universal y El Universal Ilustrado. Director, argumentista y crítico de cine. Dirigió la cinta La gran noticia. Adaptó Santa de Federico Gamboa y Clemencia de Ignacio Manuel Altamirano. Formó parte del grupo de los Siete Autores Dramáticos o Los Pirandellos, junto con Francisco Monterde, Ricardo Parada León, Víctor Manuel Díez Barroso, José Joaquín Gamboa y Carlos y Lázaro Lozano García. Su obra apareció en Antología de prosistas modernos de México. Antología de la narrativa mexicana del siglo XX, Cine y literatura: veinte narraciones o 18 novelas de El Universal Ilustrado. Como crítico de cine firmaba con el seudónimo Silvestre Bonnard.
- Silvestre Bonnard
Instituciones, distinciones o publicaciones
El Universal Ilustrado
La Novela Semanal