Si en la obra de Pedro Castera —como escribió Luis Mario Schneider, uno de sus críticos— impera una extraña dualidad que lo lleva a incursionar, de un lado, en los temas y formas idealizantes del romanticismo y, del otro, en los del realismo cientifista, los cuentos de Las minas y los mineros —que tienen su origen en los “Cuentos mineros” que publicara Castera como folletín en el diario La República— muestran otra vertiente en el marco de su narrativa: los temas autóctonos en estilo realista. La lucha de los trabajadores de las minas, a veces con la propia naturaleza y siempre con su condición de explotados, da vida a estos relatos que abordan, por primera vez en la literatura mexicana, este mundo de actividad que hizo florecer la riqueza de México en los tiempos coloniales. Producto de la experiencia personal, con la cual se muestra una preocupación social en torno a los barreteros y los gambusinos, este libro de cuentos, publicado en 1882, tiene el propósito de conformar una literatura nacional alimentada con temas propios, tal como le recomendara Altamirano a Castera y a otros escritores, y como lo reafirmara en su prólogo a este libro, que aquí se incluye, en el cual resalta el valor del cuento “El Tildio” como ejemplo destacado en la narrativa de Castera.