En Mis tiendas y mis toldos, Luisa Josefina Hernández nos hace testigos de la intimidad vital de un cúmulo de personajes en el afán de enfrentar su vida cotidiana. Se trata de la búsqueda de la pareja. La novela se desarrolla entre formas y necesidades sociales y la manera como el carácter y la condición humana pueden realizarlas de manera práctica e inteligente o bien de forma hábil y retorcida.
La autora retrata lo que ve en un momento particular de la historia de México: el final de los años veinte. Nos transporta con su habilidad precisa por múltiples situaciones que generarán en el lector una aventura emotiva al presentar la condición humana mirada con naturalidad. Porque somos así, pero nos soñamos diferentes. Hay aquí espacio para todo: el buen humor, el terror oculto y, tras la aparente calma cotidiana, la tristeza ante lo que es diferente a lo que uno quiere, la sonrisa profunda que causa la ironía, el descubrimiento de paradojas, lo inusitado que resulta observar con profundidad lo complejo de la existencia, el espectáculo asombroso del sentido común. La autora, una vez más, muestra su habilidad aguda para descubrir las razones esenciales de un problema.
El lector hallará un conjunto de personajes que, como las caras de un prisma que girara, son protagonistas de su propia historia pero a la vez secundarios en la trama de los otros. Este planteamiento es un hallazgo estructural porque aunque en todos la realización de la pareja sea la motivación temática, ésta se muestra siempre acotada por el carácter de quien la lleva a cabo. La estructura, como la vida, está formada por múltiples fragmentos disímiles organizados por el tema común: como si al observar con atención la tranquilidad que emana de un retrato familiar, de repente, desde lo profundo de las miradas de las personas fotografiadas estallara la historia secreta de cada miembro, para finalmente, sabiendo todo de todos, pudiéramos volver a mirar, pero ya nunca con seriedad ni inocencia. Como descubre niña Paula: “La verdad da risa... las mentiras en cambio son mediocres y sin chiste”.