El paisaje mexicano tuvo en Manuel Jose Othon a un interlocutor de privilegio: el poeta de San Luis Potosí supo ver no sólo la inmensidad y la belleza de los panoramas de su tierra, sino el drama que en ellos se escenifica, la historia y la pasión de una elocuente naturaleza. Ríos, estepas, llanuras, desiertos y bosques comparecen en estas páginas con una nítida, intachable prosodia que ha llevado a la poesía de ese autor a ocupar un destacado lugar en la historia de la lírica mexicana.
Con poemas célebres como “El himno de los bosques”, “Noche rustica de Walpurgis” y, sobre todo, “Idilio salvaje”, Othón se incorporó lleno de rica tradición del paisajismo mexicano desde su vertiente poética, siempre con la seguridad de que todo habla y de que en cada elemento de la tierra hay un personaje.
Las tomas instantáneas de lo que el poeta veía afuera, más el registro de los sentimientos que sucedían de sí, le dan a sus poemas una teatralidad única que el lector podrá recrear en esta páginas:
Y allí estamos nosotros, oprimidos
por la angustia de todas las pasiones,
bajo el peso de todos los olvidos.
En un cielo de plomo el sol ya muerto,
y en nuestros desgarrados corazones
¡el desierto, el desierto… y el desierto!