En estos poemas Octavio Paz expresa sus experiencias frente a la historia, la ciudad, el paisaje y la comunidad de sus semejantes. No sólo conjuga el gusto por la belleza y los conflictos de nuestra época, que podría ser denominada la "estación violenta", sino que da su testimonio acerca de la dignidad humana. La vida del poeta y la vida histórica, en lucha y hermandad, son abordadas mediante una actitud que aúna la pasión y la razón, la acción y la reflexión, en imágenes que, además de cumplir con el oficio del canto, se deslizan hasta tocar cuestiones decisivas para la responsabilidad del intelectual.
Tema predominante en este libro del escritor mexicano es el tiempo —tanto el personal como el histórico— considerado como la sustancia misma de los actos humanos. En un transcurrir al que el poeta interroga, se enmarcan el placer y los trabajos, la desdicha solitaria y la comunicación, la poesía de soledad y la poesía de comunión. A tal propósito, la palabra se torna en acto, en participación (Himno entre ruinas, Frente, Mutra), o es la protesta ante el oprobio de la sociedad (El cántaro roto), a la vez que en otros poemas, como Piedra de sol, se convierte en confesión y desahogo, en relato y denuncia. Contra lo absoluto, contra aquello que en la apariencia se conduce de manera providencial, Octavio Paz escribe en busca del rescate de su propio mundo, y sobre las ruinas alza el himno que repudia la resignación.
Octavio Paz ofrece en La estación violenta una obra que pertenece a una de las mejores etapas creativas. Este libro recoge los poemas: " Himno entre ruinas", "Máscaras del alba", "Fuente", "Repaso nocturno", "Mutra", "¿No hay salida?", "El río", "El cántaro roto", y "Piedra de sol".