El Hada Verde —así llamado el destilado del ajenjo, la absenta canta aquí las glorias y miserias de sus devotos amantes: poetas, músicos, pintores... artistas que vivieron, gozaron y sufrieron la Era del Ajenjo, inaugurada en Francia por Baudelaire y Manet. Invocada también por escritores mexicanos, el Hada Verde, semidivina y semidiabólica, les hacía olvidar sus males, aunque más tarde les originaba nuevas desgracias.
En México, el ajenjo era bebido por las tropas invasoras francesas antes de cada batalla. Y cada vez que ganaban, como premio, la dosis era duplicada. Pasada la guerra, el néctar de fuego se instaló en México, como muchas otras costumbres francesas. Y si Verlaine bebía ajenjo, los escritores mexicanos tendrían que beberlo también.
Santa y bruja al mismo tiempo, la mujer siempre es fatal para el hombre: es su destino. Como la absenta, la mujer puede ser causa de muerte, pero también es la musa de los poetas. En el siglo XIX los artistas mexicanos descubrieron, gracias al Hada Verde, que junto a la locura también están la Esperanza y la Inspiración. La mujer y la Bohemia son los grandes temas que abordaron en México para escribir del ajenjo. Amor, desamor, locura, demencia, creación y pensamiento, olvido y evasión ocupan los textos de la Musa Verde. Y la muerte, como Venus, surge no del mar sino de una copa de absenta.