Enciclopedia de la Literatura en México

Manuel Carpio

Ángel Muñoz Fernández
1995 / 28 nov 2017 09:48

Nació en Cosamaloapan, Veracruz, en 1791 y murió en la Ciudad de México en 1860. Estudió latinidad en el Seminario Conciliar de Puebla. Poeta y médico, graduado de la Universidad de México. Profesor de la Escuela de Medicina. Diputado y senador. Perteneció al Partido Conservador.

Notas: Junto con José Joaquín Pesado Pérez representó la tendencia clásica en México pero con personalidad muy peculiar. Se inspiró frecuentemente en temas bíblicos. Fue el poeta más reeditado de su tiempo.

 

Alfonso Reyes
1958 / 17 sep 2017 11:05

Los llamados poetas “salmistas”, Carpio y Pesado, renuevan la poesía clásica, de inspiración principalmente religiosa, bíblica, y vuelven a las fuentes hispánicas. Hay, entre ambos, una diferencia manifiesta: Pesado posee una personalidad más definida, atiende a la interna música de sus poemas y al ritmo espiritual de sus pensamientos, que sujeta y dispone con una disciplina aprendida en cánones latinos; en tanto que la poesía de Carpio está toda vuelta hacia afuera y se ejercita particularmente  en las narraciones antiguas y escenas de las Escrituras, con algo de ese romanticismo de la historia que había de alcanzar sus manifestaciones excelsas de La légende des siècles y en Les trophées. Carpio es poeta más “divertido”, por lo mismo que es episódico. Sus descripciones suelen ser vigorosas, y es lástima que de cuando en cuando caiga en increíbles desfallecimientos y descuidos, y que su religiosidad se resuelva en una bobería astronómica ante los espacios infinitos y los innumerables “globos” que el “inmenso Creador” lanza por las vías estelares. Su mural de la naturaleza mexicana (México) ha pasado a ser texto de recitaciones escolares y ganaría mucho reducido a la cuarta parte. Sus poesías, tardíamente comenzadas, tarde se publicaron también por diligencia de Pesado.

 

Aunque su padre había hecho fortuna en el comercio de algodón, al morir éste, en 1796, la familia no pudo mantenerla. Se habían trasladado antes a Puebla y allí fue donde Carpio inició sus estudios de latinidad, filosofía y teología en el Seminario Conciliar. Al concluirlos se decidió por continuar no la carrera eclesiástica sino los estudios de derecho en el mismo seminario, pero más adelante los abandonó para dedicarse al estudio de la medicina.

Formó con otros compañeros una academia privada de medicina, de la que fue presidente; gracias a los actos públicos que realizaron en los campos de la fisiología, la anatomía y la patología interna y externa, el Proto Medicato les expidió título de cirujanos latinos. El obispo de Puebla, sin embargo, le asignó una pensión para que se trasladara a la capital del país y cursara la carrera de medicina en forma regular. Terminados sus estudios recibió el grado de bachiller y en 1832 presentó los exámenes requeridos para ser profesor en medicina.

Durante años fue profesor de fisiología e higiene en la Escuela de Medicina y publicó una serie de artículos y conferencias en el periódico de la Academia de Medicina, de la que formara parte de 1836 a 1841.

En 1854 la Universidad de México le dio el grado de doctor y le confirió las cátedras de higiene y de historia de las ciencias médicas.

Desde joven fue asiduo a los clásicos griegos y romanos, y se interesó por el estudio de las civilizaciones antiguas del Asia Menor. Estudioso de Egipto, Siria y Palestina, siguió con pasión los descubrimientos de Champollion y dirigió la publicación de una obra sobre el tema, en la que además de seguir el itinerario de Chateaubriand en Siria y Egipto, intercala textos de Lamartine, Michaud, el mismo Champollion y otros, e incluye poemas suyos y de su amigo José Joaquín Pesado.

Lector de la Biblia, colaboró en la edición en español de la Biblia de Avignon, traduciendo el Deuteronomio y el libro de Josué. Tradujo también a Hipócrates.

Pero más que médico, erudito y traductor, Carpio fue poeta. Comenzó a publicar cuando contaba más de cuarenta años.

En muchas ocasiones don Mariano Galván incluyó en la edición de sus calendarios poemas dedicados a la virgen, escritos por Carpio. Así fue como llegó al gran público. En 1849 su amigo Pesado reunió sus poemas, que publicó con un prólogo suyo.

Perteneció a la Academia de Letrán, en donde siempre defendió el gusto clásico. Fue académico honorario de la Academia de San Carlos pues siempre fue aficionado a las bellas artes, y ocupó la secretaría de ésta durante 1856 y 1857. En San Carlos se ocupó además de impartir el curso de anatomía para los pintores.

En 1824 fungió como redactor de actas de la Legislatura del Estado de México y en octubre de ese año fue electo diputado al Congreso por el mismo Estado para el bienio 1825-1826. En el bienio siguiente fue miembro de la Legislatura de Veracruz y en 1827 escribió un discurso vehemente contra el bando yorkino, que ganaba fuerza en el país. No sólo causó escándalo, sino que fue adoptado por el cuerpo legislativo de Veracruz, el 19 de junio. A fines del mismo año, al desatarse la revolución de Tulancingo, Carpio sufrió amenazas y temió ser blanco de la saña del bando vencedor, por lo que se retiró al campo en el estado de Puebla.

En septiembre de 1812 volvió a Xalapa, para participar en las campañas previas a la elección presidencial. Apoyó la candidatura de Gómez Pedraza, por lo que al triunfo de Vicente Guerrero se trasladó a la capital de la república y se retiró a la vida privada por una larga temporada. Bajo la Constitución de 1837 perteneció a la Junta Departamental de México; en 1848 fue miembro de la Cámara de Diputados y en 1851 del Senado. En enero de 1853 ingresó al consejo de Estado como representante de Nuevo León, pero renunció al cargo medio año después de asumirlo por desacuerdos políticos.

En marzo de 1859 sufrió un mal cerebral que lo dejó lisiado hasta su muerte, cuando era el poeta mexicano más leído y editado. 

Manuel Eulogio Carpio Hernández nació en la villa de Cosamaloapan, estado de Veracruz, el 1 de marzo de 1791 y falleció por un ataque cerebral en la Ciudad de México el 11 de febrero de 1860.

En 1796, asuntos de comercio llevaron a su familia a Puebla, donde años después ingresó al Seminario Conciliar para estudiar latinidad, filosofía, teología y la cátedra de Derecho. En 1818 se trasladó a la capital del país, y en enero del siguiente año se recibió en calidad de cirujano latino en el entonces Real Protomedicato. Posteriormente hizo la carrera académica de medicina en la Pontificia y Nacional Universidad de México, que concluyó en 1832.

Perteneció a la Academia de Medicina Práctica del Estado de México como académico de número (1824), y a la Academia Médico-Quirúrgica de Puebla como socio corresponsal (1825). En 1833, la Escuela de Medicina le otorgó la cátedra de Fisiología e Higiene, que ejerció hasta su muerte. En 1836, se formó la Academia de Medicina de México, de la cual Carpio llegó a ser secretario y presidente en distintas épocas y para la que escribió diversos artículos que fueron publicados en el Periódico de la Academia de Medicina de México (1836-1841).

En atención a su mérito, fue nombrado vicerrector de la Escuela de Medicina, agregada entonces a la de San Ildefonso (1843). Además, el Claustro de la Universidad de México le confirió el grado de Doctor en Medicina y Fisiología (1853) y le asignó las cátedras de Higiene y de Historia de las Ciencias Médicas (1854); la Academia Nacional de San Carlos lo nombró catedrático de Anatomía (1855) y, al restablecer Félix M. Zuloaga la Universidad en 1857, Carpio ocupó nuevamente en 1858 su cátedra de Historia de las Ciencias Médicas.

Fue miembro de la Junta Consultiva de Instrucción Pública (1839), de la Dirección General de Estudios para el ramo de Medicina (1841), de la Junta Directiva General de Estudios (1844), y vicepresidente del Consejo de Salubridad (1841).

En política, perteneció al partido conservador. Después de haber sido, durante algunos meses, redactor de actas de la legislatura del Estado de México, ocupó primero una curul como diputado al Congreso General por el mismo estado (1824) y, posteriormente, a la Legislatura del Estado de Veracruz (1827). Fue condecorado por el Estado de México con el título de ciudadano (1830), nombrado individuo de la Junta Departamental de México (1837) y, más tarde su presidente (1841), miembro adjunto del Consejo Superior de Salubridad (1844), de la Cámara de Diputados (1848), vicepresidente del Consejo Superior de Salubridad (1850), senador suplente del Congreso General (1851) y, por último, consejero suplente de Estado, como representante de Nuevo León (1858).

En el ámbito intelectual, realizó la traducción del latín al español de los Aforismos y pronósticos de Hipócrates –publicados en 1823 en la oficina de don Mariano Ontiveros–; de un opúsculo sobre auscultación del francés; y de gran parte de la Biblia del abate Vence, publicada por don Mariano Galván.

Se destacó como poeta neoclásico y cultivó, principalmente, las poesías sagradas, históricas, morales, fúnebres y eróticas; mostró predilección por el soneto. Algunos de los tópicos de su obra son la tradición religiosa cristiana, los sucesos clásicos de la historia y los grandes caracteres que en ella se presentan.

Los viajeros de Tierra Santa llamaron siempre la atención de Carpio, quien en 1832 se encargó de compilar y dirigir sobre este tema: La Tierra Santa, o descripción exacta de Joppe, Nazareth, Belem, el Monte de los Olivos, Jerusalén y otros lugares célebres en el Evangelio. A lo que se agrega una noticia sobre otros sitios notables en la historia del pueblo hebreo (Bernardo Couto, “Biografía”, 1860, p. xv); publicación que engalanó con poesías de su autoría, que mantuvo en el anonimato, y que imprimió su amigo don Mariano Galván en 1842.

Tenía más de cuarenta años cuando se publicó su primera composición original, “Oda a la Virgen de Guadalupe” (1832). Durante los años siguientes, Mariano Galván le encargó la escritura de poesías religiosas dedicadas a la virgen, para incluirlas en sus calendarios. De esta manera, poco a poco, se fueron conociendo sus composiciones, hasta que José Joaquín Pesado las reunió, incluyendo las inéditas, en un tomo que publicó, con un prólogo suyo, en 1849. Posteriormente, José María Roa Bárcena realizó la segunda edición de su poesía en 1860, donde añadió una “Advertencia” de su autoría y un estudio biográfico de Bernardo Couto, que se reprodujo en prácticamente todas las ediciones que se hicieron de su obra en el siglo xix.

Entre sus obras están: La pitonisa de Endor, La cena de Baltasar, La Anunciación, La Virgen al pie de la cruz, México y El Popocatépetl.

Perteneció a la Academia de Letrán y al Ateneo Mexicano, del que llegó a ser vicepresidente (1841-1846). Fue socio fundador de la Academia de Medicina de México (1836), de la Sociedad Filoiátrica (1845), de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (1849), de la Academia de San Carlos (1852-1857) donde fungió como secretario interino y académico honorario, de la Beneficencia Médica (1853), de la Academia Nacional de Historia (1854), de la Academia Mexicana de la Lengua Castellana (1854), de la Academia de Medicina (1857) y de la Academia de Ciencias en la sección de Literatura (1857).

Colaboró en publicaciones como el Periódico de la Academia de Medicina de México (1836-1841), El Presente Amistoso (1851) y El Universal (1851).

Su único seudónimo conocido es C.

En cuanto a la recepción de Manuel Carpio, uno de los textos clásicos es el “Prólogo” de la primera edición de Poesías de don Manuel Carpio (1849), escrito por José Joaquín Pesado y fechado el 6 de octubre de 1849. En éste, Pesado aclara que muchas de las poesías reunidas en esta primera edición fueron publicadas primero de manera anónima en periódicos literarios de la Ciudad de México, menciona los temas principales de su obra poética –religión, filosofía y amor–, realiza un breve análisis de algunas de las poesías contenidas en la obra, y brinda una breve nota biográfica del autor en la que menciona su lugar de nacimiento, estudios, profesión y participación en la política nacional.

Ahora bien, resulta imposible dejar de mencionar la clásica “Biografía de don Manuel Carpio”, escrita por José Bernardo Couto para la segunda edición de las Poesías del señor doctor Manuel Carpio: con su biografía (1860), misma que se reprodujo en prácticamente todas las ediciones que se hicieron de su obra en el siglo xix. En esta biografía, Couto aporta más información sobre su procedencia e historia familiar, así como sobre los estudios realizados por el poeta y su carrera como médico. Sin embargo, lo que más destaca de esta biografía no son los datos que contiene, sino el tono de sincero aprecio de Couto hacia Carpio como estudiante, como médico, como poeta y como persona.

Otra importante obra que da cuenta de la recepción de Carpio y de su obra en su época es la Corona fúnebre del señor doctor don Manuel Carpio (1860), antología de textos con motivo del fallecimiento del poeta. En ésta figura una biografía del autor firmada por Manuel Berganzo y José María Marroquí que aporta más información sobre sus méritos como médico, su participación como socio en academias y corporaciones científicas y literarias, y sobre los nombramientos que recibió del gobierno. Además, esta Corona fúnebre… incluye una compilación de los discursos y poesías pronunciados en el Panteón de San Fernando en los funerales del poeta.

Por otra parte, entre los estudios más destacados de su obra se encuentra el realizado por el Francisco Sosa, “El poeta Carpio” publicado en el tomo I de la Revista Mensual Mexicana (1877), en el que Sosa trató de explicar la popularidad de Manuel Carpio señalando que sus producciones halagaban las creencias religiosas de la gran mayoría del pueblo mexicano, caracterizando su obra como poco comprometida con la nación, debido a que trataba muy escasamente sobre México.

En esta misma línea sobresalen las observaciones sobre Manuel Carpio de Alfonso Reyes en El paisaje en la poesía mexicana del siglo xix (1911). La opinión de Reyes sobre Carpio, al igual que la de Sosa, no es del todo positiva: califica al poeta veracruzano de ripioso y desaliñado y a sus versos de inarmoniosos y pedestres, además de que lo muestra como un torpe aficionado a quien se le ocurrió el capricho de hacer versos “en fuerza de leer la Biblia” (p. 29). Sin embargo, Reyes admite que Carpio aprendió de la manera descriptiva de los antiguos la descomposición de cada movimiento en pequeñas partes o detalles, otorgándoles a todos una gracia y una importancia propias.

Ahora bien, de entre las investigaciones recientes en torno a Manuel Carpio sobresale el artículo “Homenaje al doctor Manuel Carpio, en el CL aniversario de su fallecimiento”, de Fermín Athié Gallo, publicado en el volumen 146 de la Gaceta Médica de México (2010), en el que se plasma el carácter de Carpio como doctor y se destaca la dedicación del poeta a la academia y a la investigación médica, dejando de lado la medicina tradicionalista para dar el paso decisivo a la medicina anatomopatológica.

También destaca como investigación reciente el artículo de Pablo Mora, investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, “Manuel Carpio: poeta entre ruinas”, publicado en el volumen 11 de la Revista Literatura Mexicana (2000), en el que se problematiza la manera en la que se relacionan la obra poética de Carpio y las ideas de religión y de patria.

Por último, es necesario mencionar la introducción escrita por Fernando Tola de Habich para la edición de las Poesías (1998), realizada por la Universidad Nacional Autónoma de México, “Notas para una aproximación de Manuel Carpio”. Esta –nada breve– introducción es, sin lugar a dudas, el estudio reciente más exhaustivo y cauteloso en torno a la vida y a la figura del autor veracruzano. En ella se citan las diferentes biografías existentes del poeta y se hace una antología de los juicios críticos y los análisis de su poesía.

Seudónimos:
  • C.

Instituciones, distinciones o publicaciones


Savia Moderna. Revista mensual de arte
Fecha de ingreso: 01 de marzo de 1906
Fecha de egreso: 01 de julio de 1906
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