Esta novela tiene un ritmo que atrapa a lector desde las páginas iniciales; el autor sabe contar e infundir vida a sus criaturas. La anécdota encuentra en la ciudad de México un vasto escenario donde seres y acciones se dilatan y complican.
Siempre he considerado que cada novela se le da a uno con todo y su forma, su técnica. Confieso mi torpeza para describir las técnicas narrativas que debe conocer todo estudiante de letras o un crítico. La justicia de enero está contada en forma caprichosa (...) pero cuando decidí escribir esa novela conocía ya a Virgina Woolf y William Faulkner.
En cuanto a lo policiaco, en La justicia de enero no hubo un propósito consciente. Jamás quise hacer una novela policiaca, y no porque menosprecie al género; lo admiro profundamente. Creo que la trama del libro requería ese tratamiento que, muchas veces, para mi sorpresa, fue calificado de policiaco".