Es esta la primera novela que publica Alberto Bonifaz Nuño. En sus páginas describe el abandono en que transcurre una región de México donde el poder económico impera sobre los demás valores y donde la violencia se ejerce aparejada con la astucia y la injusticia. Las situaciones engendradas por los intereses que la ambición pone en movimiento son provechosamente discriminadas por el novelista, que elige aquellas que le son necesarias para el buen éxito del argumento y para conducir la acción en forma coherente. Explotadores y explotados, ingenuos y maliciosos, gente de bien y malhechores ocasionales, conviven impulsados por las pasiones y ensordecidos por la miseria moral de su existencia. En el fondo, tras la agitada presencia de los personajes, permanece imperturbable la humillación a que está sometido el hombre nativo, ajeno a la esperanza y reducido al límite de su protesta muda. La primitivo desempeña aquí un inmoderado papel y, a la postre, es la expresión vital que resulta vencedora.
Bonifaz Nuño escribe los capítulos en diversos planos, con relatos que se interrumpen para volver a tomar la ilación páginas adelante, conducidos en narraciones que guardan entre sí estrecha relación. A más de aplicar un estilo efectivo, en que la sencillez no es su menor atributo, emplea una acertada distribución de las escenas con que está construida la novela. En esa forma, los diversos argumentos se hallan coordinados literariamente y contribuyen a hacer de la obra una historia con unidad.