Calvario y Tabor; la primera novela que escribió Vicente Riva Palacio (1832-1896), narra la resistencia del Ejército Republicano frente a los invasores franceses y sus aliados mexicanos en el centro del país. Pero quien ocupa un lugar central en la novela es el pueblo, es decir, aquellos hombres que no dudaron en lanzarse a la lucha para defender su libertad. Entre éstos, quizá el más representativo y simbólico sea Nicolás Romero. Junto a la historia tenemos la ficción, cuyos personajes nos recuerdan la novela romántica europea. Con razón decía Ignacio Manuel Altamirano que si por una parte era “una fábula inventada para entretener el ocio”, por otra era la “verdad, aunque disfrazada con el atavío de la leyenda”.
En cuanto a estratega de la narración, Vicente Riva Palacio en Calvario y Tabor -como lo ha dicho doña Clementina Díaz y de Ovando-, “demuestra que sabe narrar”, que sabe “salir airoso en las disertaciones, retorcer la hebra episódica del relato” y descubrir “el dinamismo de la acción” y “el ágil manejo del lenguaje”.
La primera edición de Calvario y Tabor apareció en 1868, apenas tres años después de transcurridos los acontecimientos narrados. En 1883 volvió a ser impresa en los talleres de Filomena Mata, con innumerables correcciones, a tal grado que, en efecto, se puede considerar como una “2ª” edición, corregida por el autor”.
A diferencia de todas las ediciones existentes, que se basan en la primera -y que el autor no se hubiera atrevido a suscribir, pues esto hubiera sido lo mismo que autorizar la reimpresión de la princeps-, la presente edición toma como texto base la segunda, la más próxima a la última voluntad artística de su autor.