Pura López Colomé apunta en su presentación
a este libro que ninguna leyenda y ningún nombre como Tir na n-Og representan
mejor el quehacer poético de Iván Portela.
Desde siempre ha hecho de la antiquísima Erín el vehículo exclusivo de
sus búsquedas poéticas, cuyo objeto no es otra cosa que un espejo que refleje a
su auténtico Dios, el que vive dentro suyo y todo lo que lo rodea, Dios de la
mezquindad y la bondad, del placer y la miseria. Para no dejarse enmudecer por
la atrocidad del mundo, recurre una y otra vez a la fuente única, el canto. Los
poemas contenidos en estas páginas son, en efecto, el registro de una búsqueda
emprendida en pos de una verdadera patria, donde la sombra del sufrimiento no
arroje matices de fatalidad sobre el entorno del poeta a cada instante. Este
sueña con aquella tierra de eterna juventud de donde volvió Oisín trescientos
años después para contar sus aventuras a San Patricio, cuando todos sus amigos
ya habían muerto. A pesar de encontrarse con la posibilidad de escapar del
dolor, escoge regresar a enfrentar su destino y su mortalidad; pero en el
transcurso del viaje, el mundo o sus ojos se han transformado, y a su retorno
sólo mira un campo verde, interminable, que se extiende como sinónimo de la paz
espiritual. Iván Portela (Santa Clara, 1944) es poeta y profesor
universitario. Ha publicado, entre otros
libros, La otra cara de Irlanda (1986), Cantos Ivánicos (1992) y Cantos de
fuego (1998).