Nació en Madrid, España, el 14 de agosto de 1934; muere en la Ciudad de México, el 20 de diciembre de 2014. Poeta y traductor. Radica en México desde 1942. Colaborador de Biblioteca de México, El Semanario Cultural, Milenio y Vuelta. Bajo el nombre de Juan Almela ha traducido a autores como Roger Caillois, George Dumézil, Bertil Malmberg y Harriet Doerr, entre otros. Becario del FONCA, 1989. Miembro del SNCA desde 1994. Premio Xavier Villaurrutia 1991 por Amor y oxidente. Premio de Poesía Aguascalientes 2008 por el conjunto de su obra. Medalla de Bellas Artes 2014 por su trayectoria literaria.
Gerardo Deniz utiliza su nombre legal, Juan Almela, para firmar sus traducciones.
2013 / 13 oct 2017 09:53
Poeta y ensayista, que usó el seudónimo de Gerardo Deniz. Hijo de un político socialista y bibliófilo, marchó al exilio con su familia al término de la Guerra Civil española y, tras una corta estancia en Ginebra, llegó a México en 1942. Almela es un vigoroso poeta (el volumen Erdera reúne toda la poesía de Deniz publicada hasta entonces) con un temperamento que no acepta las facilidades ni los engaños de la lírica. Sus ensayos, reunidos en el volumen Anticuerpos (1998), suelen abordar, desde el irónico título, la falta de rigor de muchos de los hombres de letras de México y del mundo. Su ácido humor es un arma inclemente contra la tontería y la solemnidad, actitud que además le ha granjeado el alejamiento del medio cultural y la admiración de los escritores jóvenes en España y América Latina. Cursó estudios profesionales, que no concluyó, en el terreno de la ciencia: la química, así como la música, han sido sus grandes pasiones. Su temperamento científico ha dejado impronta en su trabajo tanto literario como traductor. La consecuencia es una poesía abstrusa, difícil, que exige del lector un alto grado de concentración y un amplio abanico de conocimientos y de manejo léxico. La química, como el álgebra, son estructuras de significación como la que subyace a las lenguas. Deniz, por sensibilidad propia y por formación, se interesa por ese funcionamiento. En este sentido, es bien conocida su afición a los diccionarios, que -según se dice- lee como si fueran novelas de aventuras. La leyenda, que él fomenta con una irónica sonrisa, es que habla ruso, turco -de donde, al parecer, tomó su seudónimo, deniz (mar)- e incluso sánscrito. Su interés por el conocimiento de las lenguas lo ha llevado, por ejemplo, a aprender de memoria en alemán Las elegías de Duino de Rilke y en francés Anábasis de Saint-John Perse, poeta que es una de sus mayores obsesiones y del que llegó a descubrir singulares imposturas en su correspondencia. Su trabajo en las revistas Plural y Vuelta, bajo la dirección de Octavio Paz, quien prologó su primer libro de poemas, Adrede, le permitió afrontar como traductor extraños retos, como traducir a Maiakovski y firmar una frase lapidaria en su introducción, en la que señala que el poeta ruso es impresionante: da para tres o cuatro malos poetas. Igualmente, en sus colaboraciones en revistas y suplementos culturales, como Biblioteca de México, Viceversa, El semanario de Novedades, hoy reunidas en Red de agujeritos (2012), se mofó de los errores y gazapos, de la solemnidad de los petimetres del estilo, de los académicos insuflados de pedantería y de los gramáticos de café. Si su poesía es abstrusa y difícil, al que se familiariza con ella le resulta extraordinaria. Sus traducciones resultan claras y precisas en su fidelidad al texto de partida se consigue [sic]. En el provocador ensayo “Funesta influencia de los refugiados españoles sobre las editoriales en México” (en Anticuerpos) denuncia los abusos de los que son objeto los traductores: los editores se aprovechan de sus necesidades para pagarles sueldos ínfimos por un trabajo para el que, además, están más que cualificados. La traducción, a pesar de la labor del Fondo de Cultura Económica en la época, no fue ajena a estas “leyes de mercado”. La labor de Almela se inscribe en el momento dorado de la traducción en México, simbolizado por las innumerables editoriales surgidas en la época. Traductor para el Fondo de Cultura Económica y para la editorial Siglo XXI, casas para las cuales también fue un experto corrector de pruebas, sus ideas sobre el oficio, pocas veces expresadas por escrito, surgen en entrevistas y juicios, y sobre todo en su propio trabajo: la traducción es una labor profesional que hay que desarrollar con la máxima calidad posible, y que no depende de las musas ni de los estros. Almela fue un traductor prolijo tanto en el campo científico como en el de la antropología o las ciencias del lenguaje. Algunas de sus numerosas traducciones marcaron la vida académica de varias generaciones de estudiantes. De Georges Dumézil vertió El destino del guerrero: aspectos míticos de la función guerrera entre los indoeuropeos (Siglo XXI, 1971), Del mito a la novela: la saga de Hadingus y otros ensayos (Fondo de Cultura Económica, 1973) y Los dioses de los germanos (Siglo XXI, 1973); de Román Jakobson los Ensayos de poética (Fondo de Cultura Económica, 1977); de Émile Benveniste los Problemas de lingüística general (Siglo XXI, 1971-1977); de Bertil Malmberg Los nuevos caminos de la lingüística (Siglo XXI, 1967); de Claude Lévi-Strauss ,Mitológicas (Siglo XXI, 1970), así como una gran cantidad de textos científicos de autores tan diversos como Nikolaas Inbergen (El estudio del instinto, Fondo de Cultura Económica, 1970) o Frank Burnett (Genes, sueños y realidades, Fondo de Cultura Económica, 1976).
Bibl.: Gaceta del Fondo de Cultura Económica 416 (agosto de 2005), número dedicado a Gerardo Deniz, con textos del propio Deniz, David Huerta, Josué Ramírez, José María Espinasa, Antonio Carrera, Mónica de la Torre, Pablo Mora, Rogelio Villarreal y Marco Perilli.
1995 / 27 ago 2018 09:31
Fue Octavio Paz quien prestó atención a la discreta aparición del primer libro de Gerardo Deniz: Adrede (Joaquín Mortiz, 1970). Deniz publicó Gatuperio (fce, 1978) y una década más tarde una auténtica cascada de títulos: Enroque (fce, 1986), Picos pardos (Vuelta, 1987), Mansalva (sep, 1987), Grosso Modo (fce, 1988), Mundosnuevos (El Tucán de Virginia, 1991) y Amor y oxidente (Vuelta, 1991). La originalidad, el humor y el hermetismo de su obra han creado una verdadera revolución entre la crítica, que va desde la adoración servil hasta la negación terrorista que duda que se trata de poesía lo que Deniz escribe. Para Milán
...el nombre de Gerardo Deniz es sinónimo, en el contexto de la poesía mexicana, de diferencia, de poeta inclasificable, de escritor marginal que arremete contra toda forma etablecida de enteder o concebir la poesía [...] La escritura de este poeta, en forma patente desde Gatuperio, es una escritura a contracorriente, una manera de formalizar que muy poco tiene que ver con lo que se entiende clásicamente como poesía. Pero no sólo escapa a la poesía clásica, a la poesía-poesía (recurso a la imagen o a la metáfora para plantear un universo verbal como correlato del mundo objetivo real; privilegio del significante; la proyección del paradigma sobre el sintagma de la frase, etcétera). También escapa a la antipoesía, desde el momento en que no toma a la realidad estética como referente que enfrentar. Deniz no es antipoético porque no dialoga con lo poético, aunque sea para negarlo [...] De manera que lo poético como cuerpo cultural no sirve para referencializar los textos de Deniz, por lo que se imposibilita el diálogo intertextual. Su lenguaje no puede tomarse como un modelo en autoexhibición significante, por lo que también escapa a una consideración de su poesía como una "poesía crítica". Habría que hablar tal vez de un habla, de una forma de habla que busca escapar –viniendo de ella– de la poesía por considerarla ya obsoleta. En cualquier caso, la escritura de Deniz queda como una especie de residuo marginal, como un cuerpo extraño injerto en el conjunto de la poesía latinoamericana con una avidez memorable.[1]
Espinasa es igualmente contundente y refiriéndose a Enroque considera que...
algunos de los poemas de amor más extraños de nuestra tradición se encuentran en este libro. No hay ni la retórica disfrazada de franqueza de Jaime Sabines ni el lirismo casi aéreo de Tomás Segovia ni el amor a golpes de acento de Bonifaz Nuño. Su intensidad es –precisamente– no poética.[2]
Aún falta tiempo para que la tempestad provocada por la obra de Gerardo Deniz termine y de la estupefacción, la crítica pase a un examen más sereno. Mientras tanto puede decirse que sus poemas representan un camino fértil y problemático para el conjunto de la poesía en lengua española.
08 jun 1993 / 17 ago 2018 16:52
Llegó a México al final de la guerra española, en 1942. Completó su educación hasta el bachillerato y posteriormente se dedicó a corregir pruebas y a traducir. Al publicar su primer libro de poesía adoptó el pseudónimo de Gerardo Deniz. Trabajó en la Editorial Siglo xxi. Juan Almela ("Gerardo Deniz") se caracterizó como un poeta de difícil lectura por sus virtuosismos técnicos y múltiples referencias culturales.
Instituciones, distinciones o publicaciones
Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores
Revista Biblioteca de México.
Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes
El Semanario Cultural de Novedades
Vuelta. Revista mensual
Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA)