La
imaginación comienza en la mirada. El ojo que ve se transfigura, a veces, en el ojo que lee; la lectura se
vuelve un viaje hacia los veneros eidéticos. Toda imagen comienza con un punto;
compacto, mudo aún, irradia su energía conforme se despliega en la luz de la
visibilidad. Vemos, miramos, leemos, y las palabras son ya objetos, dimensiones
y pliegues del espíritu sensible. Puntos de mira es el testimonio de esa
sensibilidad en los pliegues del lenguaje de los que sale, encendido, el poema.
Eduardo Hurtado mira, ve, lee el mundo y sus poemas son un minucioso inventario
de esas exploraciones. Páginas de trágica y delicada intensidad; páginas que
respiran visiblemente; páginas que uno vuelve con la pasión creciente del que,
lector y descubridor, se transforma con ellas al paso en que estas letras se transfiguran
en el milagro leve y poderoso de la poesía más genuina.