La historia de la poesía latinoamericana está marcada por la aparición periódica de libros raros, que se salen del cauce dominante en la literatura del momento y amplían los márgenes del poema. No oscuro todavía es el rastro de un lenguaje en movimiento, recolectado directamente de distintas manifestaciones cotidianas: canciones, recados, correos electrónicos, recortes de noticias, etcétera. Es desde la energía de este material de desecho que los nudos del poema se convierten en el tejido de un mundo concreto y su lenguaje: Un lenguaje vivo, señalado por una geografía específica. Hugo García Manríquez defiende la cercanía emotiva de lo regional como testimonio de una experiencia única entre nombres y cosas. Este rescate de la pluralidad desde lo pequeño, donde lo mismo vale una flor que una galaxia infinita, fluye hasta convertir al poema en un objeto con valor propio, donde el contenido es la forma y la forma es el contenido. En el panorama actual de la poesía escrita en México, No oscuro todavía resulta un poema inesperado.