En este poemario de Benjamín Valdivia hay un
versículo que dice: "Hablo delante del cielo y las cosas surgen de mi
voz", y puede ser la clave para entender su curiosa forma de escritura,
que oscila entre la poesía y la prosa poética sin aterrizar en una forma
definida. Quizás esta indefinición primordial lo haga marchar por el lenguaje
guardando una distancia, un hermetismo, que finalmente lo elevan sobre lo que
escribe. Entonces vemos cada uno de los poemas-prosa como una especie de
inscripción que a lo lejos toma la forma de un paisaje de palabras que uno lee
precisamente tratando de distinguir lo que no dice, como si estuviera escondido
entre las hojas de los árboles o escrito en una lápida, o sólo pasará al vuelo
como un pájaro. Su forma de escritura nos obliga a mirar las palabras como un
continuum que va conduciéndose hacia el lugar secreto donde anida el
significado del que escapa aleteando al oír nuestro ruido en la hojarasca, sólo
para confirmar la famosa afirmación de Emily Dickinson de que la poesía es una
rara criatura con alas. Benjamín Valdivia (Aguascalientes, 1960) tiene estudios
de doctorado en filosofía y en educación.
Desde 1982 es profesor en la Universidad de Guanajuato. Es autor, entre otros libros, de la novela
Veleidades de Numa Fernández al caer la tarde (1999) y del poemario Los ojos
del espejo (2000).