Juan Antonio Rosado | Angélica Tornero.
2004 / 04 oct 2018 09:14
Reciben este nombre las obras escritas por un grupo de autores que trataron de rescatar el espíritu nacionalista por medio del conocimiento de la época de la Colonia en México. Aunque el auge de esta literatura tuvo lugar entre 1917 y 1926, todavía después se siguieron produciendo este tipo de obras.
Esta tendencia tuvo origen, según José Luis Martínez, en los estudios sobre arquitectura colonial del miembro del Ateneo de la Juventud, Jesús T. Acevedo, y en las crónicas y monografías de Luis González Obregón y del Marqués de San Francisco (Manuel Romero de Terreros) sobre distintos aspectos de la vida colonial. En cierta forma, y a pesar de su postura crítica, este interés por rescatar el pasado colonial representó una actitud reaccionaria frente a la preocupación fundamental que constituían en ese momento los asuntos relativos a la Revolución (véase Narrativa de la Revolución). Sin embargo, José Luis Martínez asegura que es precisamente la caótica situación política y económica del momento la que propició está actitud de “huida” hacia el pasado. Por su parte, en una entrevista con Emmanuel Carballo, Julio Jiménez Rueda afirma que el colonialismo en literatura tenía la intención de evadirse del periodo revolucionario y de buscar situaciones anteriores estables. Se afanaban en la búsqueda de una raíz mexicana. También fue una reacción contra el influjo francés o “afrancesamiento” que privaba sobre el Modernismo: practicaban el “españolismo” en el idioma y en las anécdotas, con una forma, casi siempre, “poemática”. Entre los géneros que el movimiento incluyó, se contaba la novela, la poesía e incluso el teatro.
Fueron de tema colonialista algunas obras publicadas entre 1917 y 1926 por escritores como Francisco Monterde, Julio Jiménez Rueda, Ermilo Abreu Gómez, Manuel Toussaint, Artemio de Valle-Arizpe, Genaro Estrada y Alfonso Cravioto. Francisco Monterde, poeta, dramaturgo y novelista, conocedor profundo de las letras mexicanas, ha escrito estudios sobre Balbuena, Lizardi, Prieto y el Modernismo en Hispanoamérica. A él se debió la creación, en 1939, de la Colección “Biblioteca del Estudiante Universitario”, colección que tiene más de setenta volúmenes (Véase Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México).
Julio Jiménez Rueda se dedicó por completo a la crítica y a la historia de la literatura. Sus actividades e investigaciones han girado en torno a la vida de Juan Ruíz de Alarcón y a las herejías y supersticiones en la Nueva España. Entre sus libros, destacan Vidas reales que parecen imaginarias, publicado en 1947, y Novelas coloniales, del mismo año.
Ermilo Abreu fue autor dramático y novelista. Destacan sus estudios acerca de las personalidades literarias de la Colonia, como el de sor Juana Inés de la Cruz.
Manuel Toussaint realizó una amplia investigación crítica alrededor de este periodo de la historia mexicana.
Artemio de Valle-Arizpe fue el más preocupado por divulgar el conocimiento de esa época a través de sus ensayos, novelas, biografías, relatos, estampas y monografías. Recibió el título de “Cronista de la Ciudad”.
Sobre la Colonia, Genaro Estrada escribió dos obras: Visionario de la Nueva España (1921) y Pero Galín (1926), está última constituye una aguda crítica al movimiento literario colonialista.
Alfonso Cravioto incursiona también en esta temática en el libro de versos El alma nueva de las cosas viejas (1921), donde reúne estampas sobre diversos aspectos y personajes de aquella época.
Todos estos escritores, que luego siguieron otros derroteros dentro de las letras, buscaban en esos años difundir una visión desmitificada de un periodo particularmente doloroso de la vida nacional.