Los Cuentos románticos del joven Justo Sierra (1848-1912) -tenía entre veinte y veinticinco años al escribirlos- abren una nueva época literaria en México. "Justo pensó, habló y escribió como no escribían, ni hablaban, ni pensaban sus contemporáneos" -dice Hilarión Frías y Soto, quien lo conoció en El Renacimiento. Sin embargo, los cuentos no se editaron en libro hasta 1896, cuando aceptó recuperarlos de revistas y folletines para formar el volumen que tituló, entre nostálgico e irónico, Cuentos románticos.
Y "en verdad -dice Raymundo Ramos en el prólogo de esta edición-, los cuentos de Sierra no sólo son románticos sino deliberadamente románticos", y por eso mismo también es posible hallar en ellos la huella de la prosa modernista (por él inaugurada), y una maestría de temas, de frases, de astucia narrativa, excepcional en su época y en su medio. (Esta edición de los Cuentos románticos de Justo Sierra busca asentar el recuerdo de que en 1998 se cumplieron 150 años del nacimiento de un gran humanista, de uno de los grandes maestros de México y América, y del fundador de la Universidad Nacional en 1910).
La mayor parte de las narraciones y fantasías que forman el presente volumen fueron escritas de 1868 a 1871, es decir, cuando su autor andaba entre los veinte y los veintitrés años de edad. En esas primeras narraciones - publicadas como Conversaciones del domingo en el folletín dominical de El Monitor Republicano - flotan, más que viven, mujeres etéreas y misteriosas que se deshacen en las noches de luna, que se pierden en las aguas del mar o de cuyo paso por la tierra no queda más rastro que un sueño y la losa de una tumba; estos cuentos, verdaderamente románticos, están hechos con lo que suele verse en una gota de lluvia, o con las confesiones vagas, inverosímiles, de jóvenes. que reposan en las playas tropicales, en esas playas donde " florecen las leyendas como las rosas y los jazmines ". Todas esas figuras delicadas, frutos de la pasión y del ensueño - Lila y Stella, Lácrima y Marina- pertenecen a la encantada familia de las creaciones de Gustavo Adolfo Bécquer y de Gérard de Nerval.
Dichosos quienes en la primera hoja del libro de la existencia pueden escribir palabras impregnadas de amorosa ilusión, ecos de deliquios y de éxtasis.
El legado de Justo Sierra Méndez como educador, político e historiador es ampliamente reconocido. Su obra literaria es también de notable calidad. En Cuentos románticos ofrece una exquisita colección de relatos que exploran variedad de temas: los aires de leyenda del sureste mexicano, el exotismo de lejanas culturas, la historia y mitología universal, los terrenos de lo fantástico y sobrenatural en ambientes cosmopolitas, la complejidad psicológica y espiritual de la mujer y del hombre moderno, sin descartar las paradojas de la civilización y el progreso. A pesar de que el título sugiere —con ironía— su filiación romántica, esta muestra de narrativa reveló a Justo Sierra como precursor del modernismo.
Esta edición se realizó a partir de las últimas versiones de los Cuentos románticos que publicó Justo Sierra. Tatiana Suárez Turriza, estudiosa de la literatura mexicana del siglo XIX, estuvo a cargo de la edición, el prólogo, las notas y la cronología.