Con estos trabajos el autor
obtuvo el Premios Nacional de Poesía Aguascalientes en su edición del 2003. En
propia voz del creador, reproducimos unas citas que él realiza con respecto a
su obra: "Sí. Hace ya cinco años que terminé de escribir Reducido a polvo,
y a la distancia veo ese libro como una inmersión, como ese paso que damos
cuando entramos en un sitio arqueológico, subterráneo, como cuando visitamos el
Templo Mayor o alguna caverna o cenote o simplemente un sótano al que no
habíamos tenido acceso. De hecho, el primer poema de Reducido a polvo se llama
"Códice" y, efectivamente, como ocurre con un códice, admito que es
difícil averiguar de qué habla, porque precisamente se trata de la
incomprensión que se siente en el momento de enfrentarse a un documento que
podemos suponer que está escrito en un lenguaje que a ciencia cierta no sabemos
cuál sea, no sólo si se trata de un idioma distinto del nuestro, sino que no
llegamos a entender qué código hay que dominar para leerlo, como si de pronto,
a los que ignoramos todo, a quienes no tenemos conocimientos de náhuatl ni del
México prehispánico o de religiones precolombinas nos pusieran un códice
delante y dijeran "léelo".
Este es, de hecho, un motivo recurrente de muchos textos herméticos y de
muchos textos sagrados. El ejemplo que me viene ahora a la mente es el del
profeta Mahoma, que era un pastor analfabeta al que un día, en sueños, se le
presentó el arcángel Gabriel, quien le mostró el libro y le dijo
"lee", en el sentido de ábrelo y di en voz alta lo que está escrito
en este libro, y lo dijo. Más allá de la verdad histórica que pueda existir en
ese episodio -los textos sagrados se interesan por la verdad histórica de un
modo que no es el que nosotros le damos a la expresión-, lo que se cuenta en él
es profundamente cierto como experiencia. Yo conozco gente que ha soñado -y es
probable que sea un sueño común para muchos hombres y mujeres, niños y adultos,
en el mundo- estar de pronto en un medio ajeno y ser conminado a desarrollar
una actividad que no sabe o que no conoce. Hay en eso una sensación de terror,
de desprotección, de vulnerabilidad. Ese miedo, esa vulnerabilidad eran las
emociones que a mí me interesaba modelar en Reducido a polvo, esa desprotección
ante la ignorancia, ante el vacío de sentido, sin duda por eso es un libro
resistente a la interpretación, más allá de que pueda estar o no correcta o
incorrectamente escrito. En cambio, Fractura expuesta no digo que sea una
superación de Reducido a polvo, ni una solución de los problemas que le dieron
origen, pero sí está planteado desde el ángulo de cierta resignación sin dolor,
situada en el punto en que uno dice "las cosas son como son y no está en
mí transformarlas, si cambian van a cambiar solas".