Cambios de reglas, mentalidades y recursos retóricos en la Nueva España del siglo xviii es el tercer volumen en la serie Historia de la literatura mexicana. Coordinadores de la obra son Nancy Vogeley, profesora emérita de español en la University of San Francisco (California) y especialista en estudios de la Independencia, y Manuel Ramos Medina, director del Centro de Estudios de Historia de México (Condumex) e investigador reconocido por sus trabajos con crónicas religiosas. En la introducción Vogeley destaca cómo corrientes nuevas en el siglo contribuyeron a que hoy su literatura sea prisma en que se ve la transición de colonia a nación. Preparatorio para examinar la literatura, Wihttaker, Mathes, Tanck de Estrada, González González, Castañeda y Torres Puga consideran la infraestructura que posibilitaba y regulaba su desarrollo (la prensa, el coleccionismo de las nuevas bibliotecas, las instituciones educativas, la Inquisición).
En el siguiente apartado Vogeley, Peña, y Días Mireles exploran la evolución de las tradicionales formas literarias (la novela, la poesía, el teatro, pero también las artes de lenguas indígenas). Después Rubial y Escandón, Bravo Arriaga, Chinchilla Pawling y Lavrin se enfocan en la influencia todavía importante de la Iglesia borbónica y sus herramientas escriturarias. En el cuarto apartado bajo el título "Comienzos de una nueva autorreflexión", Cañizares Esguerra, Carrera, Labastida, Romero Galván y Ortiz Galicia toman en cuenta la historiografía y los reportes científicos destinados para ojos europeos y la metrópoli pero útiles para una nueva conciencia de realidades locales. Por último, explorando el concepto de "la Ilustración" en su carácter regional Beuchot, Torales Pacheco, Fernández, Achim y Ruiz Barrionuevo se ocupan de cambios en la literatura filosófica, artística, y anticuaria, innovaciones como bibliografías y la introducción de nuevos productos como la literatura para mujeres y jóvenes, y lecturas populares como pronósticos y calendarios. En un apéndice Vogeley establece un linaje que une la literatura colonial con la peninsular, marcando continuidades y rupturas.
Esta serie iniciada bajo la coordinación general de Beatriz Garza Cuarón ofrecerá próximamente volúmenes dedicados a los siglos xix y xx.
Este tercer volumen de la colección Historia de la literatura mexicana. Cambios de reglas, mentalidades y recursos retóricos en la Nueva España del siglo xviii ha representado un esfuerzo continuo de más de tres años por parte de los investigadores, literatos e historiadores, que han intervenido en él.
La coordinadora general de la serie, Beatriz Garza Cuarón, nos invitó a Nancy Vogeley y a mí a coordinar esta obra cuya característica ha sido incorporar a investigadores nacionales y extranjeros, especialistas en sus temas en la realización de la obra. La tarea no fue sencilla tanto por la selección de los escritores como por el trabajo de traducción realizado por la propia editorial. La doctora Garza Cuarón no pudo ver la obra concluida. Falleció el 22 de diciembre de 2007, pero su sensibilidad, sus inquietudes intelectuales e interés por la difusión de la literatura mexicana se muestran en su obra publicada.
Carmen Castañeda, quien preparó para este libro un ensayo sobre el periodismo también nos dejó en 2009. A ambas las recordamos con gratitud por su generosidad y su legado en torno a la cultura nacional, en particular, sus esfuerzos para enriquecer este libro.
Desde el inicio del proyecto Raquel Chang Rodríguez, coordinadora del volumen sobre el siglo xvii ha sido nuestra consejera, apoyándonos y animándonos a concluir el libro. Deseamos expresar formalmente un agradecimiento especial por el interés mostrado en este volumen.
También nos sentimos endeudados con cada uno de nuestros ensayistas, por el entusiasmo, la imaginación y el profesionalismo con que desarrollaron sus temas respectivos. Han extendido los límites de su campo con nuevas investigaciones haciendo de sus textos descubrimientos que sólo con el trabajo concienzudo podía dar sus frutos.
Deseamos dejar también testimonio de gratitud a las instituciones que han otorgado los permisos respectivos para la reproducción de imágenes que se incluyen en la obra.
Finalmente agradecemos a Jaime Labastida, director general de Siglo xxi Editores por su dedicación, entusiasmo e interés en esta publicación. A María Oscos por su diligente trabajo y el seguimiento continuo.
Esperamos que el público quede complacido con el nuevo volumen que da continuidad a un proceso editorial.
México, en el siglo xviii, es rico en posibilidades de desarrollo en varias facetas de su modo de ser. En parte su mucha riqueza se deriva de conflictos en filosofías de gobierno en el imperio español, sufridos por la misma corona; más tarde México va a encontrar en estas indecisiones la falta de control y los incentivos para determinar su propio futuro. A lo largo del siglo, bajo una sucesión de reyes españoles y sus representantes en México (los virreyes y otros funcionarios administrativos), la colonia recibe el aliento para modernizarse e internacionalizarse, mientras recibe también el mensaje de rechazar estas influencias peligrosas para conservar valores españoles tradicionales. Con la llegada al trono en 1700 de Felipe v, el primero de una línea de reyes de la casa real de los Borbones, hasta la retirada de Fernando vii como prisionero de Napoleón en 1808, México se alterna entre estos dos dictámenes. Felipe v (1700-1746) y Fernando vi (1746-1759) traen a la corte en Madrid la política europea y la moda italiana; Carlos iii (1759-1788) es notable por su régimen de despotismo ilustrado, aunque uno de sus decretos –la expulsión de los jesuitas de todos los territorios españoles en 1767– retrasa enormemente los progresos modernizadores en México, puesto que los miembros de la orden se encontraban entre sus líderes intelectuales. Carlos iv (1788-1808), según los consejos de sus primeros ministros y frente a los temores de que la Revolución francesa de 1789 afectase la paz en España, pasó por varios extremos: trató de resucitar la Inquisición para excluir las ideas francesas de la península y, a la vez, dio permiso para liberalizaciones tales como la vuelta a España de los jesuitas por un tiempo corto y la impresión de libros con ideas nuevas.[1]
Pero México está lejos de Madrid y en aquellos años está entrando en vías independientes de la metrópoli. Con virreyes tan sensatos como el marqués de Croix (1776-1771), Antonio Bucareli (1771-1779), el conde de Gálvez (1784-1786), y el segundo conde de Revillagigedo (1789-1794), México desarrolla su industria minera, establece contactos comerciales con centros fuera de España, y alcanza una prosperidad envidiable. Crece la población, comienzan a rivalizar con la capital centros como Veracruz, Oaxaca, Puebla y Guadalajara; incluso zonas fronterizas como Nuevo León, el Yucatán y Baja California adquieren importancia.[2]
Así, repensar la literatura mexicana del siglo xviii permite una exploración de cómo estas varias fuerzas ejercieron sus influencias en el desarrollo de una producción literaria mexicana y un clima cultural renovadamente amplio y abierto a libros y otros nuevos productos artísticos e intelectuales.[3] Antes propiedad de una élite relativamente homogénea, ahora estos productos dividen a peninsulares y criollos, a conservadores y liberales. Ahora con más alfabetismo, más prosperidad económica, y más negocio de impresores, estos productos llegan a consumidores que jamás habían participado en la cultura literaria. Antes sólo accesible a personas educadas en el derecho y la teología, ahora la literatura va más allá de esas materias (muchas veces escritas en latín); se seculariza con la aparición de géneros nuevos como el periodismo. Antes examinada por la Inquisición por la posible herejía, ahora la literatura es leída mayormente para determinar su contenido sedicioso. Los nuevos escritos científicos cuyos autores desean comunicar noticias de nuevos descubrimientos subvierten su control por medio de cartas, manuscritos, etc.; también la sátira, intensificada en el siglo, elude el control de la Inquisición, circulando de mano en mano en forma manuscrita, u oralmente.
El siglo xviii es clave para entender la modernización en México. Este proceso, evidente en toda su complejidad en la literatura de la época, transforma la colonia; desarrollos relativamente independientes de la península pronostican la ruptura política con la madre patria en 1810. Escritores mexicanos, quienes de pronto están lanzando sus palabras a compatriotas, a públicos más grandes y en escenarios diferentes de los del pasado, secularizan y democratizan el pensamiento. Nacionalizan el debate intelectual y artístico, politizando ahora según las necesidades locales. Crean así un cuerpo de lectores arraigados en la perspectiva nacional pero, a la vez, ansiosos de conocer ideas más allá de las españolas tradicionales. Responde, sobre todo, a la insistencia modera de que cualquier conocimiento deber ser útil y, así, aplicable a México.
La Ilustración
Es conveniente denominar a la centuria “el Siglo de las Luces”, “la Edad de la Razón”, “la Ilustración”, o hablar de su enciclopedismo. Cada rótulo trae la misma impresión: Europa (léase Francia) impone su regla modernizadora en el resto del continente y en el mundo que quiere ser considerado civilizado. Sus filósofos, muchos de ellos escritores para la Encyclopédie (1751-1780) y ya no metafísicos sino físicos, rechazan autoridades y dogmas rígidos; la fe ciega es sustituida por el materialismo, el empirismo, el sensualismo y el cuestionamiento. La Revolución francesa, que había puesto fin a la monarquía, es un modelo atractivo de fuerza rápida y plebeya; el Código Napoleónico ofrece soluciones jurídicas nuevas. Los libros franceses parecen ser los únicos que se atreven a discutir perspectivas y temas jamás manejados; sus autores ilustrados dispersan actitudes críticas e ideas revolucionarias a poblaciones atrasadas en su servidumbre y costumbres anticuadas. La terminología, que caracteriza el siglo en términos de un movimiento, da a entender que todos los países en aquel entonces se movieron al mismo ritmo alrededor del centro, Francia. Incluso la política de los reyes españoles después de la Revolución francesa, la cual intentó bloquear la entrada en España de libros franceses, contribuyó a la impresión de que la lectura de esos libros escritos por librepensadores y sediciosos contagiaba a pueblos inocentes; si se pudiera construir un cordon sanitaire a lo largo de los Pirineos, podría aislarse a España y sus colonias y reservarles otro futuro. Aunque Inglaterra, Escocia, Alemania e Italia tuvieron sus propias formas de la Ilustración, en general las obras de los autores suyos pasaron por los traductores e impresores franceses para llegar a España y sus colonias americanas.
Sin descartar del todo términos como “La Ilustración”, se impone su reevaluación. Primero, se puede examinar cómo México, y otras partes de América, se adelantaron según su propio componente esencial. Intelectual y artísticamente México recogió en el siglo elementos de la Ilustración pero también preservó algo de barroco español e incorporó algo del nuevo neoclasicismo francés. Con la fundación de la Academia de San Carlos, en México, en 1784,[4] México recibió estas influencias; sin embargo valoraba desde el Renacimiento una larga tradición clásica o neolatina en sus escuelas y prácticas poéticas, igual que un humanismo cristiano en su filosofía.[5] Por entonces se completaba la construcción de la catedral al estilo barroco, y se construían iglesias en otras partes de México (Taxco, Guanajuato) en el estilo churrigueresco. El fervor guadalupano inspiró la decoración barroca en iglesias, conventos y palacios en sitios como Tepotzotlán.[6] Así, estéticamente México era una mezcla de influencias y modas europeas, aunque también se veía la emergencia de estilos nítidamente nacionales.
Segundo, se debe demostrar que, en vez de sencillamente recibir influencias del extranjero, México contribuyó al proceso modernizador europeo. Barcos de América y del Pacífico transportaban sus mercancías e ideas a Europa. La riqueza minera mexicana y el comercio europeo con mercados mexicanos posibilitaron la vida intelectual en París, Londres, Berlín, Madrid, etc. La plata mexicana salía de Veracruz y llegaba a Filadelfia y varios puertos de Europa, facilitando sus revoluciones de 1776 y 1789.[7] Fausto Elhúyar, un ingeniero español de minería, quien había estudiado en Friburgo, desarrolló técnicas nuevas en La Valenciana (la mina recién descubierta en Guanajuato), y se las comunicó a colegas en Europa.[8] México fue el destino de varios viajes de exploración cuyos descubrimientos y clasificaciones entraron en el imaginario europeo; entre otros muchos son ejemplos el de Lorenzo Boturini Benaduci (1736-1744) y el de Antonio de Ulloa (1776-1777), el de Martín de Sessé (1788) y el de Alejandro Malaspina (1789-1794).[9] Los europeos venían por varias razones: la curiosidad científica pero también conseguir ventaja, y el afán de lucro. Los científicos mexicanos (matemáticos, astrónomos) cooperaban con sus colegas europeos, reportándoles nuevas observaciones; José Ignacio Bartolache, José Antonio Alzate y Ramírez, Antonio León y Gama son sólo algunos de estos contactos y corresponsales mexicanos. Incluso se lee que una obra (“la mejor obra de Economía Política que se escribió el siglo pasado en España, y acaso en toda Europa”), perdida en España, se localizó en forma manuscrita en México y así se devolvió para ser reimpresa y utilizada allí.[10]
La expulsión de los jesuitas de España y de las colonias americanas en 1767 es sabida. Mexicanos como Francisco Javier Clavijero (1731-1787) dieron a conocer en su destierro en Italia la historia precolombina de su país natal, estimulando así el interés europeo en sus antigüedades. La publicación de su obra, Historia antigua de México (1780-1781), marcó un hito en la historiografía moderna porque acusó la legitimidad de fuentes americanas, jeroglíficas y orales. Introdujo en la mente europea una conciencia de civilizaciones perdidas y de movimiento entre continentes en el mundo antiguo. Clavijero contribuyó a la comprensión en Europa de la relatividad del tiempo en la evidencia de civilizaciones de evolución paralela. Desde Italia entabló conversación con historiadores y científicos europeos, refutando con fuentes primarias y la propia experiencia juicios errados sobre América.
Menos conocida es la discusión llevada a cabo en el seno del iv Concilio Provincial Mexicano. En aquella reunión de 1771, bajo la dirección del obispo Francisco Antonio José de Lorenzana y Buitrón (1722-1804), se discutieron reformas que tuvieron repercusiones en todo el mundo católico. Si bien las recomendaciones del concilio nunca fueron aceptadas oficialmente por Roma ni por el rey español, se puede decir que su espíritu entró en el debate de la Iglesia romana y frustró la política regalista del rey en América. El concilio mostró preocupación por los indígenas, permitiendo los ritos religiosos en su idioma y reconociendo su condición económica; publicó instrucciones para los pintores de imágenes sagradas; protestó al rey sobre la inmunidad local eclesiástica, etcétera.[11]
Varios mexicanos fueron instrumentales en la vida jurídica en Madrid. Francisco Javier Gamboa (1717-1794) publicó en 1761 sus Comentarios a las Ordenanzas de Minas, cuya codificación tuvo mucha influencia; representó en Madrid el Consulado de Comercio de Nueva España. Dos hermanos –Miguel y Manuel Lardizábal y Uribe– tuvieron carreras impactantes en la península. Miguel (1744-1816) ayudó a fijar los límites entre Francia y España; Manuel (1739-1820) participó en el grupo que redactó el Nuevo Código Criminal y escribió Discursos sobre las penas contraídas, o Las leyes criminales de España (1788). Más tarde elaboró el “Discurso preliminar” para una edición del Fuero Juzgo (1815).
Desde Europa pensadores como François-Marie Arouet (Voltaire) se interesaron por América; en Candide este escritor satirizó la labor de los jesuitas en organizar comunidades utópicas en Sudamérica. Los naturalistas Cornelius de Pauw y el conde de Buffon elaboraron teorías sobre el desarrollo del mundo en base de lo que pensaban era evidencia americana.[12] El abate Guillaume-Thomas Raynal basó su L’histoire philosophique et politique des établissements et du commerce des européens dans les deux Indes (1770) en una conciencia de la importancia que América tenía para Europa. En su catálogo comparativo de lenguas (1789-1800) el jesuita español expulso, Lorenzo Hervás y Panduro (1735-1809), usó los datos tomados de misioneros en América sobre las lenguas indígenas americanas; su obra influyó a Wilhelm von Humboldt.[13] En España Juan Bautista Muñoz (1745-1799) fue designado para juntar materiales relacionados con la conquista y gobierno de América y así inició la formación del Archivo General de Indias (1784). Como cosmógrafo de Indias, Muñoz se metió en polémicas con respecto a la historia de América (y más directamente con la historia de México) con el ex jesuita Ramón Diosdado Caballero (escribió bajo el seudónimo de Abate Filibero de Parri Palma) (1786), y el padre Servando Teresa de Mier (1797). Nombrado por Carlos iii para escribir la Historia del Nuevo Mundo, hecho que ofendió a la Real Academia de Historia porque Muñoz no era uno de sus miembros, éste hizo una gran contribución al recopilar materiales para su escritura y publicar el primer volumen.[14]
Respondiendo a las peticiones de la corona, México comenzó a recoger información administrativa. Aunque había censos e informes sobre la geografía y la población en siglos anteriores, en el siglo xviii el esfuerzo es más extenso. Sobresalen en este respecto las pinturas de castas, las cuales hicieron patentes distinciones raciales, genéricas y clasistas. Todo un mundo visual, lleno de detalles caseros y locales, se reprodujo en las pinturas, preparando así la vía para el autorreconocimiento y el realismo de la novela posteriormente. Un vocabulario completo de clasificaciones, derivado de un léxico castellano pero también de voces callejeras, emergió para comprobar que los mexicanos ya habían formulado soluciones lingüísticas para describir su realidad. Se produjo así una impresión de divisiones en México, científicamente documentada, pero igualmente un mensaje subliminal de acomodación exitosa y feliz.
Cuestiones de historiografía
Al repensar la literatura mexicana del siglo xviii se ponen en tela de juicio las evaluaciones que regularmente acompañan sus descripciones.[15] Aunque los juicios duros de Marcelino Menéndez y Pelayo reverberan más en España que en México, su crítica del humanismo y racionalismo de los filósofos y científicos del siglo refleja, en cierto sentido, actitudes ultraconservadoras mexicanas. Sus condenas tienen mucho del temor a tendencias seculares de su propio siglo xix (su sentencia es repetida en el siglo xx bajo el franquismo); pero aun en el siglo xviii muchos mexicanos criticaban la Ilustración, creyendo que había destruido las creencias espirituales y los valores morales.[16] Para ellos la cristiandad estaba conectada con los misterios y el dogmatismo de una Iglesia autoritaria, y no podían desprenderse fácilmente de las lecciones del pasado.
La literatura mexicana del siglo xviii sufre más el desprecio porque muchos ven su historia como una extensión del desarrollo de España y del resto de Europa; y por ello la consideran imitativa.[17] Llamada entonces la Nueva España, México era todavía colonia del imperio español. Por consiguiente, estos historiadores de la literatura nacional, considerando que la élite mexicana por su formación educativa y cultural tomó sus ideas y sus preferencias estéticas de la España borbónica –pero también de la Francia revolucionaria y luego bonapartista, de la Alemania militarizada, y de la Inglaterra parlamentaria y nuevamente industrializada– interpretan la cultura mayoritaria mexicana en términos europeos. Dicen, con razón, que los miembros de la élite se enteraron de cambios modernizadores en aquellos centros de civilización distante por medio de los nuevos medios de comunicación: manuales de conducta, periódicos, revistas, discursos políticos, novelas, ensayos, reimpresiones de obras clásicas, divulgaciones populares, etc. El catecismo, símbolo de la didáctica de la época colonial y la teologización de cualquier pensamiento, paulatinamente estaba cediendo su importancia a ellos. Al igual que en España, en México los libros modernos estaban alterando identidades tradicionales.
Otros historiadores de la literatura, quienes buscan un hilo de desarrollo separado y americano durante los años que ellos llaman una ocupación extranjera, ven que, a lo largo del siglo xviii, una porción de la élite mexicana estaba adquiriendo un sentido de su identidad separada; y esta mexicanidad incipiente es lo que enfatizan ellos. Ven en la poesía criolla y criollista del siglo xviii, en las historias del México precolombino escritas entonces, en la crítica de la visión oficial de la conquista, en la sátira que circula oralmente, una conciencia independiente que culminaría en los acontecimientos de 1810-1821. Según la perspectiva de estos historiadores, mucho de este espíritu nativista se descubre en la valorización que arqueólogos e historiadores en aquel siglo, en México y en el extranjero, hicieron del pasado indígena y de la geografía única del país.[18] En su concentración en “lo mexicano” en términos esenciales –como si el concepto siempre hubiera existido– estos historiadores tienden a saltar por encima del Siglo de las Luces. La complejidad del internacionalismo del siglo xviii no les ayuda en su visión de la historia literaria nacional.
Sin embargo, se puede aducir que la literatura mexicana del siglo xviii no se explica con estas dos interpretaciones. Otro tipo de estudio permitirá plantear nuevas cuestiones. Una, importante, nace de la mítica inferioridad del siglo. La historiografía europeizada suele describir el siglo como estéril y carente de originalidad, consecuencias de la importación de la cultura francesa a España. Según esta lógica, si España vivía a la sombra de Francia, entonces México, todavía más distante de París, sufría aún más la pérdida de sus luces. La interpretación, que se deriva en parte del estereotipo de una España atrasada a los ojos de otras potencias europeas, se explicaba así: la cultura mexicana, por ser colonial, era inferior, pero lo era más por los años de decadencia de los Habsburgos y por la debilidad de los Borbones.
Con la ayuda de críticos como Gilles Deleuze y Félix Guattari sabemos que la literatura de las márgenes, lejos de ser estéril e inferior, muchas veces es rica.[19] En su mixtura, en su hibridez, a veces muestra mayor creatividad que la metrópoli. En su formación, según las normas del medievo y del Siglo de Oro, y las restricciones impuestas a lo largo de su existencia colonial, México preservaba en el siglo xviii un conservadurismo del cual tal vez la misma España carecía. Igual que España en su momento de ser gobernada por Roma conservó formas arcaicas abandonadas en Italia, México siguió con la práctica de costumbres españolas hasta tarde en su vida imperial, aún después de que éstas habían desaparecido en Madrid. Así, lo que a primera vista es una falta por razones de somnolencia intelectual se revela como una inhibición explicable por su historia colonial, una gran tensión entre lealtades profundamente sentidas y deseos de cambio. A pesar de no desplegar nombres estelares como Sor Juana, la literatura del siglo xviii encierra un debate ejemplar entre el tradicionalismo y la modernidad, entre una identidad ligada al pasado español y otra independiente.
Por lo tanto comenzamos a ver la problemática para la historiografía actual. México es, y no es, un país a las márgenes. México, donde en el siglo xviii los jesuitas todavía practicaban “la conquista evangélica” en los territorios fronterizos y la Inquisición ejercía más control que en España, pertenecía a una Iglesia misionera y combatiente que el resto de Europa repudiaba. México, con su población indígena mayoritaria, conservaba por medio de su catolicismo paternalista y clasista distinciones sociales que discusiones europeas sobre “la voz del pueblo”[20] estaban reconsiderando, si no aboliendo, en su afán de modernizarse y secularizarse. El país estaba atado a Roma y a la Iglesia de la contrarreforma de una manera diferente de lo que lo estaba el rey español. Si México estaba lejos de París, estaba más cerca de Roma que Madrid. En el momento de la independencia muchos mexicanos se ufanaban de que su fe era más pura que la de la España liberal.
Pero si algunos elementos de la élite mexicana eran más conservadores que sus homólogos en España, igualmente otros eran más avanzados. Un cientificismo como consecuencia de la tecnología importada para desarrollar la industria minera, una curiosidad intelectual excitada por el trabajo de los jesuitas en el país, un descontento económico fomentado por largos años de explotación colonial, contribuyeron a originar nuevas técnicas locales y a buscar nuevas ideas en el extranjero. Antonio León y Gama es la personificación de este nuevo tipo, ejemplo del espíritu que buscaba liberarse del tradicionalismo estultificante.
Al repensar la literatura del siglo xviii una segunda cuestión concierne a la caracterización del siglo en términos de su política revolucionaria. Una mirada retrospectiva invita a interpretar aquellos años a la luz de la posterior sacudida. Como las colonias británicas al norte, Francia, y el resto de la América española, México usaría los años del siglo xviii para reconsiderar sus lazos con un gobierno monárquico. Se forjaría entonces el razonamiento necesario para tomar armas contra España, la potencia que había aprendido a llamar su protectora; y se conocerían las ideas liberales útiles para elaborar una república constitucional. Aunque este estudio de la literatura no es propiamente una indagación sobre las causas de aquellas acciones políticas, sí examinará los materiales nuevos que podrían haber incitado tal movimiento, las condiciones económicas que auspiciaron la aparición de escritores de las clases a las franjas de poder (como José Joaquín Fernández de Lizardi), los medios de comunicación que difundieron las nuevas ideas y actitudes críticas, y la alfabetización que despertó al pueblo.
Si bien muchas veces se atribuye el florecimiento de la Ilustración en Inglaterra a la emergencia de una nueva clase social, la burguesía, este sector apenas existía en México; “el pueblo” más adecuadamente denomina el conjunto de personas de las márgenes. Desarrollos comerciales, que en Inglaterra favorecían la formación de una clase media extensiva, no se realizaron en el mismo grado en México. Las sociedades económicas –muchas de ellas con raíces en el País Vasco y con sucursales en México– estimulaban el comercio (aunque no la manufactura); su influencia, sin embargo, se limitaba a una minoría selecta de peninsulares y criollos.[21] Lo que sería el público lector burgués en México, entonces, eran los aspirantes al poder, por lo general dentro de la clase gobernante o precariamente dependientes de ella, y nuevos lectores entre la juventud y las mujeres. La literatura creada para ellos no era abiertamente política; pero en su afán de adaptar en su beneficio temas eruditos, de enseñarles nuevas lecciones (la sociabilidad y fórmulas discursivas correctas), de entretenerlos en sus horas de ocio, los nuevos libros buscaban integrarlos a la sociedad.
La participación de “el pueblo” en las guerras de independencia mexicana todavía es un punto debatido. Si la clase social o grupo racial no era alfabeto, por lo menos era concientizado por su sacerdote o líder local (transmisores de las nuevas ideologías) para que fuera “la mano de obra” en los dos lados del conflicto. Un estudio de la literatura del siglo –y de la otra cara de la moneda, el público lector mexicano– muestra cómo algunos de los mismos factores que afectaron la literatura a la vez podrían haber producido aquel cambio de gobierno. Se vio en el país un mejoramiento de condiciones económicas, lo cual estimuló la formación de nuevas imprentas y nuevos medios de comunicación. Se relajó la función de la Inquisición, lo cual permitió la introducción de libros del extranjero, la formación de bibliotecas privadas y la intensificación de la sátira. Se formaron nuevas asociaciones privadas, como las logias masónicas, las sociedades económicas, las academias y los círculos científicos, en donde se conversaba libremente.[22]
Una tercera cuestión, entonces, surge de cómo queremos definir “la literatura”.[23] Antes equivalente a las bellas artes, a las obras con parentesco en el pasado, a las actividades de una élite de escritores y lectores, recientemente se ha extendido el concepto para abarcar el conjunto de formas escriturarias y discursivas practicadas en un país en un momento determinado. Reconociendo que quienes definen “la literatura” y seleccionan las obras que se conforman con su definición suelen ser los poderosos, los historiadores de la literatura comienzan a buscar en otras formas expresivas que han sobrevivido evidencia de lo que se dejó atrás. En cartas, discursos, diarios privados, periódicos, folletos políticos, trabajos científicos, papeles gubernamentales, documentos eclesiásticos, manuscritos sin imprimir, etc., han descubierto mucha variedad de ideas. Han sometido estos materiales con frecuencia efímeros a análisis, a la vez que han visto desde nuevas perspectivas cómo los géneros con valores supuestamente estéticos o útiles a la moral social (la historia, la poesía y el teatro) evolucionaron. De este modo han recuperado los deseos y los temores que se preservaron o se silenciaron, los movimientos que ganaron o que fracasaron, las ideas que se convirtieron en ideologías reinantes o las que desaparecieron. Todo ello revela una “cultura” muchas veces fuera del control del estado, un proceso histórico no necesariamente explicable por medio de interpretaciones tradicionales.
Si nos aferramos a la definición convencional de “la literatura” cuando consideramos la producción escrituraria en México durante el siglo xviii, la escasez relativa al siglo xvii o al xix podría hacer pensar que el siglo era inferior. Si la única regla de medir es la estética (lo barroco, lo neoclásico, lo romántico), parecen livianos la poesía, el teatro y la ficción que la época produjo. Sin embargo, la falta de esfuerzos puramente estéticos no quiere decir que escasearan otros. La ausencia de tales obras y lo que parece ser la dependencia excesiva de formas artísticas europeas pueden tener otras explicaciones: dificultades debido a la transferencia de los mecanismos de producción a manos comerciales y seculares; obstáculos creados por la censura; sabia comprensión de la inaplicabilidad de las modas estéticas europeas a las realidades mexicanas. Los mexicanos observaron los cambios revolucionarios sufridos en Europa pero optaron por deliberar los suyos. Preferentemente dirigieron su reflexión a la discusión científica, los periódicos, la imaginación verbal de los sermones,[24] la sátira anónima, todo lo cual representó un porcentaje grande de la producción literaria en el México del siglo xviii. Mostrando su vitalidad intelectual, los mexicanos leyeron ávida y críticamente. Prueba de su consumo de ideas nuevas y de su propia capacidad para crear ideologías independientes es la revolución de 1810.
La generación actual de críticos de la literatura mexicana en el siglo xviii no se limita al papel o a los pergaminos. Han traído a su análisis las artes visuales, la música, los descubrimientos arqueológicos y la práctica de artes menores. En vez de limitarse sencilla y secamente a las palabras del texto, preservadas en libros polvorientos, han tratado de captar las circunstancias performativas de su primera aparición. Han llamado la atención al proceso de seleccionar, el cual antes era transparente. Se auxilian de disciplinas académicas nuevas, como los estudios culturales y coloniales, para manejar estos materiales, pero también han compartido técnicas de investigación con la sociolingüística, la semiología y los estudios informáticos y mediáticos.[25]
Sobre todo, los estudios coloniales han tenido un impacto enorme en consideraciones de la literatura latinoamericana. Entendido de una manera, el adjetivo “colonial” les vale para identificar los años de dominio español y portugués en los siglos xvi, xvii y xviii americanos (este último siglo es llamado con menos frecuencia “colonial”). En su enfoque en aquellos años insisten en que la literatura producida entonces en las Indias era mucho más que una rama del tronco europeo. Pero también reconocen que “colonial” significa relaciones de poder en las cuales el súbdito recibe su identidad de otro. Este acercamiento ha sido especialmente útil para una apreciación del empleo del idioma (el castellano) y los géneros preferidos en la colonia. Entienden que, con la conquista, México fue vaciado de sus lenguas y modos de pensar; la literatura virreinal se convirtió en un ejercicio en el uso de la lengua del conquistador, en modos panegíricos, los únicos abiertos al súbdito colonial. Algunos han concluido que “la literatura” en la época colonial era, entonces, una forma de control social.[26]
Incluso en el siglo xviii “la literatura” era una categoría cuyos valores y límites se debatían. Todavía “el libro” se percibía entre muchos en términos religiosos; por ejemplo, Juan Andrés, en su obra magistral, Origen, progresos y estado actual de toda la literatura (1782-1799), comparó las tierras bíblicas con las tierras del Corán, los dos pueblos gobernados por la palabra mesiánica de sendos libros.[27] Las prácticas de la literatura en México, al igual que en España, fluctuaban. Como hemos visto, fuerzas que insistían en su utilidad moral y social alteraban los géneros prestigiosos del teatro y la poesía; estéticas afrancesadas que valoraban la verosimilitud transformaban la narrativa; factores demográficos contribuían a la invención de nuevas formas de escribir, como el periodismo. España, que en el siglo xviii sufría sus propios problemas con la selección y declaración de un canon nacional, no podía insistir en que sus colonias aceptaran un conjunto de textos sagrados porque todavía no los había.[28] Cuando los españoles mismos escribían refundiciones de las comedias de Lope y de Calderón, eliminando los trozos fantásticos para adherirse a reglas neoclásicas, no se podía esperar que los mexicanos supieran qué debían leer e imitar. Cuando los españoles mismos estaban en el proceso de descubrir pergaminos antiguos y publicarlos en la serie Parnaso español (1768-1778), los mexicanos en contacto con la península los leían –se debe suponer– con confusión y consternación. Obras en que figuraba la experiencia americana, interpretada desde la perspectiva triunfal de España, como en las crónicas o la poesía de Alonso de Ercilla, eran resentidas en América.[29] Así, la formación del canon en España no se conformó con la seguida en Inglaterra o en otras de las potencias europeas. Su cronología era distinta; la recuperación de autores y textos del pasado obedecía a otras metas; la transmisión a la periferia de valores nacionales enseñaba diferentes mensajes.
En México en el siglo xviii algunas personas todavía se sentían culturalmente españolas, como los miembros de la Arcadia en la primera década del siglo xix, quienes imitaron las poesías neoclásicas de Juan Meléndez Valdés. Otras, penetradas del gusto barroco, admiraron la elegancia de los maestros peninsulares y el gerundismo de su oratoria. Pero otras se aprovecharon de la franqueza temática y claridad estilística de autores españoles como Benito Jerónimo Feijoo, Diego de Torres Villarroel y Tomás de Iriarte para crear obras más conectadas a realidades mexicanas. Abriéndose los ojos y los oídos a que los espacios públicos ya estaban llenos de diferentes formas lingüísticas y discursivas, inventadas en México por sus propias necesidades comunicativas, se sirvieron de ellas para componer sus obras.
Afirmaron así la conciencia de un espíritu netamente mexicano, independiente de España, y la existencia de una literatura nacional. Ejemplo de esta conciencia es la Biblioteca Mexicana de Escritores que el bibliógrafo Juan José de Eguiara y Eguren (1696-1763) orgullosamente compiló en 1755 para defender a su patria de las acusaciones del español Manuel Martí de que América era un desierto intelectual y literario. Aunque propiamente la Biblioteca de Eguiara y Eguren es una lista de nombres de personas que escribieron en México, sin distinción entre los nacidos en tierra mexicana y los llegados de afuera, ni interés en los usuarios de los varios géneros, ni una selección de nombres destacados para que sirviera como un canon, la obra puede considerarse como un primer esfuerzo para documentar una línea de desarrollo escriturario mexicano.[30] Más tarde en el siglo xviii los teólogos, los predicadores y los artistas, quienes consultan la historia de los libros apologéticos, dedicados a describir la aparición de la Virgen de Guadalupe en México, contribuyen a esta conciencia de una tradición literaria mexicana. Las historias de Lorenzo Boturini y Francisco Javier Clavijero aumentan esta conciencia, así como los estudios filológicos de Lorenzo Hervás y Panduro, y de elocuencia de Antonio de Capmany. La reimpresión en México, a fines del siglo, de obras como las “Glorias de Querétaro”, de Carlos Sigüenza y Góngora, estimula un interés anticuario. Y, aunque parezca extraño, listas de libros en venta, compiladas por libreros en el extranjero, traen al público lector mexicano una comprensión del cuerpo de su propia historia literaria; por ejemplo, tal lista al final de la historia de América de William Robertson (Londres, 1803) muestra la riqueza de la literatura hispanoamericana producida hasta entonces.
Nuestro volumen
Interpretaciones actuales de la literatura mexicana todavía repiten la cronología de Carlos González Peña cuyo libro originó el género cuando salió en 1928.[31] Sus esquemas y clasificaciones representan una gran labor, y cualquier análisis nuevo tiene que tomar en cuenta sus criterios. Se le debe admirar por lo mucho que hizo, aunque repitió mucho de la esquemática histórica europea. González Peña descubrió documentos y discutió autores, en general evitando los juicios de superioridad o inferioridad. Llenó lagunas en el conocimiento de las prácticas artísticas y literarias de años en blanco. Asimismo, su libro sugiere a investigadores nuevos temas por abordar: la formación en el país de las grandes bibliotecas, el desarrollo de mecanismos de producción literaria como casas editoriales y concursos, y el crecimiento de los regionalismos.
Nuestro volumen, entonces, reconoce la paternidad de González Peña en el esfuerzo de escribir la historia de la literatura nacional y le agradece sus primeros esfuerzos. Pero, a la luz de nuevos intentos para definir “la literatura” –para la colectividad denominada “México”– la colección busca revaluar versiones de la historia nacional ortodoxas, algunas tan caducas que han perdido su interés y su valor. Se esfuerza por emplear las nuevas teorías críticas, pero sin caer en el error de perderse en abstracciones. Guarda una conciencia de las particularidades nacionales y trata de seguir las pautas sensatas que los historiadores y literatos mexicanos ya han establecido. Éstos, en general, han resistido las influencias, a veces perniciosas, de París, que muchas veces cortaban el texto de su entorno histórico y teorizaban la literatura con preocupaciones formalistas. En cambio, los mexicanos han preferido ver “la literatura” en el contexto de “la cultura”.[32] Han guardado un sentido del texto como un libro, en vez de verlo como un rompecabezas formal por descifrar; han respetado consideraciones como la autoría y la recepción. Con la excepción de algunos pocos críticos, quienes han encontrado en la noción de “el género” la universalidad, y así vínculos con corrientes literarias de otros países, los mexicanos han afirmado líneas de desarrollo histórico dentro del país, y la importancia de influencias físicas y materiales en la inspiración para nuevos textos nacionales. Sus estudios sobre la sátira han enfatizado la importancia en “la literatura” mexicana de tradiciones populares, si no folclóricas, y de instituciones (como la Inquisición) fundadas para controlar su expresión.
Sin embargo, esto no quiere decir que los estudiosos mexicanos hayan ignorado las actividades de mexicanos lejos de su país, por ejemplo, los jesuitas expatriados en su diáspora. Recientemente Octavio Paz ha trazado la historia de México en términos de un vaivén entre el ensimismamiento y el abrirse a la cultura mundial.[33] Pero, al reflexionar, la visión de Paz, por útil que sea en el intento por parte de los coordinadores de este estudio literario de establecer los parámetros de “lo mexicano”, parece demasiado reduccionista. Sus dos alternativas necesitan clarificación. La vida nacional está compuesta de gran diversidad y se pueden entender los momentos de “ensimismamiento” como ocasiones en que los mexicanos se dieron cuenta de esta diversidad y se pusieron a explorar aparentes silencios y descubrir historias olvidadas. De modo semejante, el mundo es más grande que Europa y las tradiciones clásica y católica que Paz asocia con él y considera “universales”. Obvio en esta lista de identidades más grandes es el americanismo que México ha manifestado a lo largo de su historia narrada. En las memorias de su viaje desde el norte al valle de México y la fundación allí de Aztlán, los mexicanos recuerdan “una América” que es geográficamente una. Al final del siglo xviii y comienzos del xix, para criticar el imperialismo español, se insiste en la historia común de todas las colonias hispanoamericanas; se recuerda con indignación la bula del papa Alejandro vi que les quitó a los emperadores indígenas sus territorios. En el primer decenio del siglo xix los americanos se intersecaron en Londres, Burdeos, Cádiz, Filadelfia, Jamaica, etc., para planear las guerras de independencia. Intercambiaron ideas sobre el republicanismo y el constitucionalismo hombres que más tarde serían venezolanos, chilenos, ecuatorianos, mexicanos, etcétera.
Es hora, entonces, de que México reflexione sobre el siglo xviii, un momento tan crítico para la actualidad. Fue un periodo de transición de colonia a nación en que mucho del pasado se dejó atrás: la hegemonía de España en sus varias formas administrativas, lenguas y registros lingüísticos preferidos para la comunicación en las esferas altas, como el latín, modas estéticas como lo barroco, etc. Pero también fue un periodo cuando mucho del pasado se recuperó y se revaloró como útil en la construcción de bases para el futuro. Fue un periodo de preñez y de parto, cuando el escolasticismo cedió a metodologías epistemológicas nuevas, contribuyendo a un rechazo de autoridades respetadas; cuando las lealtades monárquicas se abandonaron para ceder a gritos revolucionarios; cuando la fe religiosa sufrió dudas y emergió un nuevo secularismo; cuando la narrativa dejó atrás formas antiguas y se produjo la primera novela mexicana.
El abogado del diablo puede preguntar si una historia de la literatura nacional todavía es viable. El género está en desuso en este periodo de globalización y de fragmentación nacional. Aunque todavía las escuelas en muchas partes emplean manuales de literatura nacional en los niveles elemental y secundario para inspirar patriotismo en sus estudiantes, recientemente ha habido una tendencia en niveles más altos de ver la literatura en términos de categorías genéricas (entendido “género” en los dos sentidos de divisiones literarias y profesiones sexuales), de raza y de clase. “La identidad” individual es ahora el enfoque de mucho análisis literario. Incluso en muchos sitios se ha sustituido en el currículum universitario una apreciación de “la literatura” como una experiencia estética y nacionalmente valorada por el mero empleo de documentación psicológica e idiosincrásica.
Pero se puede responder así: la literatura nacional merece ser estudiada justamente porque la categoría y el proceso de su selección encierran valores de su época, el registro histórico de triunfos y fracasos personales y colectivos. En México dos destacados estudiosos, Leopoldo Zea y José Luis Martínez, han llamado, la atención sobre el desajuste entre la independencia política y la independencia cultural del país. Explican que si bien México se independizó en 1821, factores internos han prolongado su estado colonizado. Zea habla de la necesidad de la “descolonización”; Martínez conecta sagazmente los problemas de autenticidad y autodeterminación a la literatura de la “emancipación literaria”.[34] Desde su perspectiva del siglo xx la mentalidad mexicana todavía sufre el peso de su pasado colonial y su literatura es parte de esa deuda que se necesita saldar.
Nuestro volumen dedicado al siglo xviii termina sus consideraciones con 1800. Pero creemos que nos toca a nosotros buscar las raíces de cualquier colonialismo todavía latente en la colectividad mexicana en el conservadurismo del siglo xviii y las actitudes reaccionarias que éste produjo en los años posteriores. Otros países, por sus propias razones, pueden reducir el estudio de la literatura a un examen de idiosincrasias personales o geniales. México, sin embargo, ha mostrado su preferencia por un entendimiento de la literatura como una actividad social. Se ha creído que su estudio, aparte de intensificar el placer del individuo ante el texto, debe funcionar en pro del bien social.
Los siguientes ensayos ofrecen una segunda mirada al siglo xviii. Nuestros autores, especialistas en sus respectivos campos y responsables, en muchos casos, de importantes descubrimientos en los archivos, presentan nuevas cuestiones, tales como los factores infraestructurales que contribuyeron al desarrollo de la literatura en el siglo. Conceden importancia al flujo, más detectable en el siglo xviii que en los anteriores, entre las culturas alta y baja, entre las formas privilegiadas escritas y la oralidad. Hacen hincapié en la creciente discordia entre los miembros de la élite mexicana dieciochesca.
En lo que constituye una importante desviación de otras historias de la literatura mexicana, la compilación introduce una consideración sobre los lectores.[35] Recientemente nuevas investigaciones, como la de Clara Elena Suárez Argüello, quien estudia los libros coleccionados por el marqués de Xaral de Berrio a fines del siglo xviii,[36] están abriendo una apreciación del nivel intelectual de algunos de aquellos lectores y del rango de su mundo mental. Así, en vez de limitarse a listas de autores “mexicanos”, nuestro volumen considera la formación en el país de un público lector (si no una república de letras) y el impacto en lectores mexicanos de su lectura de una gran variedad de materiales, muchas veces en traducciones hechas en el extranjero. Se explora la evolución de un imaginario mexicano, la manera en que artística e intelectualmente actividades verbales moldearon el pensamiento. Algunos de los lectores mexicanos eran nuevamente alfabetos; otros, nuevamente acomodados para poder comprar la nueva literatura; todavía otros, demasiado adiestrados en obedientes hábitos de leer coloniales y necesitados de instrucción en la lectura escéptica y crítica. Muchos estaban arraigados en su españolismo y su catolicismo tradicional, pero otros estaban abiertos a las ideas nuevas de otras culturas. Todavía otros estaban listos para apreciar textos que reconocieran las realidades mexicanas y que utilizaran su lenguaje.
La compilación, reconociendo esta diversidad, afirma una cultura curiosa y tendenciosa. Al tomar nota de la explosión del Siglo de las Luces en México, trata de documentar su extensión en una cultura marcada por lo religioso. Admite la influencia en el imaginario mexicano del pasado (clásico, pero también indígena) de varias culturas europeas y americanas, y busca situar la historia de la literatura mexicana en un marco universal. Se empeña en conectar México con Europa y el resto del mundo, no sólo en el sentido de trazar la llegada de ideas europeas al país sino también en el de medir el impacto del conocimiento de México en el pensamiento de la Europa de entonces. Así, la compilación persigue un doble fin: profundizar en la cultura mexicana del siglo xviii para apreciar su desarrollo, y recuperar la historia del internacionalismo del periodo para sugerir las contribuciones de México a la cultura mundial.
Primero se discute la sociedad y la infraestructura cultural. Martha Whittaker considera la imprenta en la ciudad de México; Miguel Mathes examina los regionalismos y la formación de una cultura del libro fuera de la capital, tomando en cuenta el establecimiento de imprentas y la aparición de bibliotecas importantes; Dorothy Tanck describe la castellanización y las escuelas en lengua castellana; Enrique González González examina los colegios y universidades y la fábrica de los letrados. El periodismo en la ciudad de México es tratado por Carmen Castañeda; Gabriel Torres Puga estudia la Inquisición y la literatura clandestina.
Segundo, se revisan las formas tradicionalmente vistas como “literarias”: Nancy Vogeley considera la poesía y la novela; Margarita Peña el teatro, y Ana Laura Díaz Mireles las artes de las lenguas indígenas.
La Iglesia borbónica y sus herramientas literarias es el tema de la tercera sección. Antonio Rubial García y Patricia Escandón consideran las crónicas religiosas. Asunción Lavrin estudia la literatura conventual femenina (diarios espirituales, etc.); María Dolores Bravo Arriaga repasa la hagiografía; Antonio Rubial García documenta la literatura aparicionista; Perla Chinchilla maneja el sermón. En el cuarto apartado, “Comienzos de una nueva autorreflexión”, se encuentra una discusión de Jorge Cañizares-Esguerra sobre la historiografía nueva. Magali Carrera examina los asesoramientos administrativos (cartografía, estudios demográficos, pinturas de castas); José Rubén Romero Galván y Tania Ortiz Galicia estudian a los historiadores novohispanos con énfasis en sus estudios prehispánicos; y, en dos ensayos, Jaime Labastida considera la Ilustración científica, profundizándose en los estudios botánicos de Mociño y Sessé, y el papel de Humboldt en la Nueva España y la posterior recepción de su obra en México.
El libro concluye con una sección dedicada al humanismo nuevo en donde se ven la influencia en México de la Ilustración europea y el desarrollo de formas autóctonas. Mauricio Beuchot habla de las aportaciones filosóficas; María Cristina Torales Pacheco describe bibliotecas, tesauros literarios; Carmen Ruiz Barrionuevo considera la literatura educativa (la retórica, la pedagogía, lecturas para la juventud y la mujer); Martha Fernández estudia la literatura estética (la fundación de la Academia de San Fernando, y los tratados de arquitectura, pintura, escultura); y en dos ensayos separados, Miruna Achim se concentra en la literatura anticuaria (Márquez, León y Gama, Alzate) y el género popular de los pronósticos y calendarios. Al final, en un apéndice, Nancy Vogeley resume la cronología de la literatura mexicana y la coloca al lado de la peninsular.
Por fin, se debe advertir que nuestras categorías no son totalmente adecuadas para capturar la riqueza literaria de la época; hay mucho que cae fuera de ellas o entre sus intersticios. Recordamos las palabras de Michel Foucault acerca de que la clasificación epistemológica es arbitraria. Pero también constatamos que, en el caso del rastro del papeleo para la historia de la literatura mexicana, hay mucho por descubrir. En manos privadas, en el Vaticano, en España, en Estados Unidos, muchos documentos esperan a los investigadores futuros. Un ejemplo parcialmente conocido es el fraile Diego Miguel Bringas (1762-¿1829?), franciscano monarquista cuyos sermones del siglo xix y sus colaboraciones con expedicionarios para retomar México en el decenio de 1820 parecen excluirlo de nuestro enfoque y lo hacen una figura odiada y, así, olvidable. Pero su reportaje consciente de 1796-1797 sobre condiciones en el norte de Nueva España, en las misiones de la Pimería Alta, enterrado en archivos en Hermosillo y Querétaro sin entregar al rey, pero con copias en Roma, se conoce sólo hace poco en inglés.[37] Así que esperamos que nuevos investigadores, al desenterrar nueva información en unos años, se vean obligados a tomar nuestro volumen y ampliarlo.
Presentación, por Manuel Ramos Medina
Introducción, por Nancy Vogeley
i. Sociedad infraestructura cultural
La cultura impresa en la Ciudad de México, 1700-1800. Las imprentas, las librerías y las bibliotecas, por Martha E. Whittaker
Regionalismos y la formación de una cultura del libro: la imprenta fuera de la Ciudad de México y el desarrollo de bibliotecas, por Miguel Mathes
Castellanización y las escuelas de lengua castellana durante el siglo xviii, por Dorothy Tanck de Estrada
Colegios y universidades. La fábrica de los letrados, por Enrique González González
Periodismo en la Ciudad de México: siglo xviii, por Carmen Castañeda
Inquisición y literatura clandestina en el siglo xviii, por Gabriel Torres Puga
ii. La evolución de formas literarias
La poesía, por Nancy Vogeley
El teatro novohispano en el siglo xviii, por Margarita Peña
La novela, por Nancy Vogeley
Las artes de lenguas indígenas. Notas en torno a las obras impresas, por Ana Laura Díaz Mireles
iii. La iglesia borbónica y sus herramientas literarias
Las crónicas religiosas del siglo xviii, por Antonio Rubial y Patricia Escandón
La hagiografía en el siglo xviii, por María Dolores Bravo Arriaga
El sermón como género, por Perla Chinchilla Pawling
La literatura aparicionista. Ilustración, milagros e identidad, por Antonio Rubial
Literatura conventual femenina, por Asunción Lavrin
iv. Comienzos de una nueva autorreflexión
La historiografía nueva, por Jorge Cañizares Esguerra
La literatura del lugar: asesoramientos administrativos, por Magali M. Carrera
La ilustración científica, por Jaime Labastida
Historiadores del siglo xviii novohispano, por José Rubén Romero Galván y Tania Ortiz Galicia
Humboldt en la Nueva España (y la posterior recepción de su obra en México), por Jaime Labastida
v. El Humanismo
(La Ilustración y desarrollos nacionales)
La literatura filosófica en el México dieciochesco, por Mauricio Beuchot
Las bibliothecas, tesauros literarios del siglo xviii, por María Cristina Torales Pacheco
Literatura artística, por Martha Fernández
La literatura anticuaria en la Nueva España, por Miruna Achim
La literatura educativa: la retórica, la pedagogía, la literatura para los jóvenes y la mujer en el siglo xviii, por Carmen Ruiz Barrionuevo
Lecturas para todos: pronósticos y calendarios en el México virreinal, por Miruna Achim
Apéndice, por Nancy Vogeley
Índice onomástico
Este apéndice es un intento de compilar una cronología de los títulos publicados en México a lo largo del siglo xviii, los cuales ofrecieron a los mexicanos una idea de su propia evolución cultural, independiente de Europa y la península. Se incluyen también en la lista libros publicados en España, Francia e Italia, porque estos viajeros abrieron los ojos de los mexicanos a adicionales posibilidades escriturarias. El esquema no tiene el fin de remplazar los ensayos en el volumen que tratan en detalle la riqueza de la historia literaria, sino de señalar momentos clave en la historia del libro y sugerir la ilustración del público lector en México.
El apéndice a una historia de la literatura, un género en sí, suele destacar los hitos políticos que sirven de marco al periodo. Aquí se prefiere una lista basada en los tratados estéticos, diccionarios, prescripciones retóricas y catálogos de lenguas, las compilaciones de textos nacionales en tesoros, bibliotecas y parnasos, y los manuscritos inéditos, cuyo conocimiento y publicación contribuyeron a que la colonia, Nueva España, descubriera la unicidad de su propia experiencia y adoptara nuevos modos lingüísticos de afirmarla. En un libro el lenguaje es céntrico. Así el renovado interés en Madrid en el periodo por regularizar el español y por variedades de lengua –por ejemplo, comprensión de la funcionalidad de otros idiomas y la influencia en el castellano del francés y del árabe– ayudó a los mexicanos a examinar y valorar su propio sistema de comunicación. Se verá en la cronología un deseo de escritores de la época de estirar el vocabulario para dar cuenta de descubrimientos geográficos y científicos, de inventar nuevas formulaciones genéricas (retando, por ejemplo, las antiguas historias, novelas y obras teatrales), de pasar del lenguaje ceremonial a la naturalidad.
Se encontrará en este apéndice una doble visión: una comprensión de lo mucho que México ya había realizado en sus épocas precolombina y colonial, que trajo a los lectores del siglo una apreciación de sus propias capacidades expresivas, y una línea de conciencia artística e histórica en Europa, que se extendió a México, autorizando la nacionalización y la secularización de su producción literaria. El estudiante del siglo, por medio de los datos de impresores y las fechas de la fundación de academias, se percatará de la manera en que el estado y el mercado comenzaron a afectar una actividad, en otras épocas considerada un ejercicio espiritualmente puro y personalmente deleitoso, pero ahora una cargada de significación social. Asimismo, leerá en la inclusión de mucha información europea un espíritu universalizador que, a la vez que busca absorber definiciones de arte en filosofías neoclásicas y humanistas, acusa competitividad entre las potencias europeas. “La literatura”, entonces, es una señal de los logros culturales de una nación, de su grado de “civilización”; y México utilizará esta práctica en la formulación de un patriotismo suyo. La lista omite mucho en su selectividad (por ejemplo, traducciones al español de obras escritas originalmente en francés, inglés, etc., por autores en el extranjero); pero es pensada como un primer paso para reconocer el valor del siglo, para despertar una conciencia de “la literatura” como un fenómeno cultural, económicamente viable y con simbolismo político.
Europa
1674
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L’Art Poétique (París), Nicolas Boileau (Francisco Javier Alegre traduce al español los tres primeros cantos).
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1692, 1726, 1737, 1747, 1750, 1760, 1770, 1771
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Epítome de la elocuencia española. Arte de discurrir y hablar con agudeza y elegancia en todo género de asuntos, de orar, predicar, argüir, conversar, componer embajadas, cartas y recados. Con chistes que previenen las faltas y empleos que muestran los aciertos (Huesca, José Lorenzo de Larumbe, 1a. ed., posteriores en Madrid, Pamplona y Barcelona), Francisco de Artiga.
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1700
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Giro del mondo (Napoli, G. Roselli), Giovanni Francesco Gemelli Careri.
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1712
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Fundación de la Biblioteca Nacional (Madrid).
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1713
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Tratado de Utrecht, poniendo fin a las guerras de sucesión e introduciendo en España y el imperio la casa real de los Borbones. Fundación de la Real Academia de la Lengua (Madrid).
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1723
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Primera [segunda, tercera] parte de los veinte i un libros rituales i monarchia indiana: con el origen y guerras, de los indios occidentales, de sus poblaciones, descubrimiento, conquista, conuersion, y otras cosas maravillosas de la mesma tierra (Madrid, Nicolás Rodríguez Franco), Juan de Torquemada.
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1726-1739
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Diccionario de Autoridades (Madrid), Real Academia Española.
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1726-1740
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Teatro crítico universal o discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes (Madrid, Impr. de Lorenzo Fco. Mojados), Benito Feijoo (numerosas reediciones a lo largo del siglo).
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1730, 1782
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Pictor christianus eruditus sive de erroribus, qui passim admittuntur circa pingendas, atque effingendas sacras imagines: libri octo cum apéndice: opus sacrae scripturae, atque ecclesiasticae historiae studiosis non utile (El pintor christiano y erudito o Tratado de los errores que suelen cometerse frecuentemente en pintar y esculpir Imágenes Sagradas (Matriti, Ex Typographia Conventus praefati ordinis), Juan Interián de Ayala.
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1730, 1735
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República literaria de Diego Saavedra Fajardo (Madrid, Juan de Zúñiga; Valencia, Antonio Balle; Valencia, P. Monfort), edición de Gregorio Mayans y Siscar.
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1735, 1765
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Reglas de Ortografía en la lengua Castellana, compuestas por el Maestro Antonio de Lebrija [sic] (Madrid, Juan de Zúñiga; Valencia, B. Monfort), edición de Gregorio Mayans y Siscar.
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1736
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Fundación de la Academia de la Historia (Madrid).
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1737
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Vida de Miguel de Cervantes Saavedra (Madrid, Briga Real), Gregorio Mayans y Siscar.
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1737
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Orígenes de la lengua española, compuestos por varios Autores (Madrid, Juan de Zúñiga), Gregorio Mayans y Siscar.
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1737, 1789
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Poética ó reglas de la Poesía en general, y de sus principales especies (Zaragoza, Francisco Revilla; Madrid, A. de Sancha), Ignacio de Luzán.
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1737-1742
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Diario de los literatos de España (Madrid, A. Marín).
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1751
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Fundación de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
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1752
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Fundación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid).
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1752
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Rhetórica (Valencia, Herederos de Gerónimo Conejos), Gregorio Mayans y Siscar.
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1754
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Orígenes de la poesía castellana (Málaga, F. Martínez de Aguilar), Luís Joseph Velázquez.
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1755
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Hernandia. Triumphos de la fe, y gloria de las armas españolas. Poema heroyco. Conquista de México, cabeza del imperio septentrional de la Nueva-España. Proezas de Hernán Cortés, católicos blasones militares, y grandezas del Nuevo mundo (Madrid, Imprenta de la viuda de M. Fernández, y del Supremo Consejo de la Inquisición), Francisco Ruiz de León.
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1755
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Memorias para la historia de la poesía y poetas españoles (Madrid, J. Ibarra), F. Martín Sarmiento.
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1755
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Manual compendio de el regio patronato indiano, para su más fácil uso en las materias conducentes a la práctica (Madrid, A. Marín), Antonio Joaquín de Rivadeneira y Barrientos.
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1758
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Paleografía española, que contiene todos los modos conocidos, que ha habido de escribir en España, desde su principio, y fundación, hasta el presente, a fin de facilitar el registro de los archivos, y lectura de los manuscritos, y pertenencias de cada particular; juntamente con una historia sucinta del idioma común de Castilla, y demás lenguas, o dialectos, que se conocen como proprios en estos reynos… (Madrid, J. Ibarra), Esteban Terreros y Pando.
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1759
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De Hispanorum Literatura (Madrid, Tip. Diarii), Martín Panzano.
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1760-1770
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Bibliotheca arábico-hispana escurialensis sive, librorum omnium mss. Quos arabice ab auctoribus magnam partem arabo-hispanis compositos bibliotheca coenobii escurialensis complectitur (Madrid, Antonio Pérez de Soto, 2 vols.), Miguel Casiri.
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1762
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Obras (Madrid, Gabriel Ramírez), Juan de Palafox y Mendoza.
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1764
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La nación española defendida de los insultos del Pensador y sus secuaces. En este escrito se manifiesta con testimonios franceses que las comedias de España, además de originales, son las mejores de Europa, y que los famosos poetas españoles saben ser celebrados pero no reprendidos (Madrid, Gabriel Ramírez), Francisco Mariano Nifo.
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1765, 1772
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Motezuma: dramma per musica da rappresentarse (Turín, Roma, Venecia; Gaspare Bayno, Bottega a Giovanni Bartolomi, Modesto Fenzo), Varios autores (Giuseppe de Majo, Giovanni Paisiello, Baldassare Galuppi).
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1766-1791
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Historia literaria de España, desde su primera población hasta nuestros dias. Origen, progresos, decadencia y restauración de la Literatura Española, en los tiempos primitivos de los Phenicios, de los Cartagineses, de los Romanos, de los Godos, de los Arabes, y de los Reyes Catolicos, con las vidas de los Hombres sabios de esta Nacion (Madrid, Ibarra, 10 vols.), padres Rafael y Pedro Rodríguez Mohedano.
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1767
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Expulsión de los jesuitas de España, de México, y de todo el imperio.
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1768-1778
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Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos (Madrid, Joachín Ibarra), Juan Joseph López Sedano.
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1770
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Terenciano, o Arte métrica (Valencia, Viuda de Joseph de Orga), Gregorio Mayans y Siscar.
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1772
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Noticias americanas: entretenimientos físico-históricos sobre la América Meridional, y la Septentrional oriental: comparación general de los territorios, climas, y producciones en las tres especies vegetal, animal y mineral; con una relación particular de los Indios de aquellos países, sus costumbres y usos, de las petrificaciones de cuerpos marinos, y de las antigüedades. Con un discurso sobre el idioma, y conjeturas sobre el modo con que pasaron los primeros pobladores (Madrid, Imprenta Real), Antonio de Ulloa.
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1772
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Vida interior, o Confesiones del ilustrísimo, excelentísimo y v. siervo de Dios, Don Juan de Palafox y Mendoza, de los supremos consejos de Indias y Aragón, Obispo de la Puebla de los Ángeles y de Osma, Arzobispo electo de México, Virrey y Capitán General de Nueva España (Madrid, Hilario Santos Alonso, se hallará en la Imprenta de Josef Doblado).
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1775
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Gramática Arábigo-Española, vulgar y literal, con un Diccionario Arábigo-Español, en que se ponen las voces más usuales para una conversación familiar, con el texto de la doctrina cristiana en el idioma arábigo (Madrid, Antonio Pérez de Soto), Francisco Cañes.
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1777
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Filosofía de la elocuencia castellana (Madrid, A. de Sancha), Antonio de Capmany.
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1778
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Discurso sobre la eloquencia sagrada en España (Madrid, Blas Román), Pedro Antonio Sánchez.
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1778
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Ensayo de una Biblioteca de Traductores españoles, donde se dá noticia de las traducciones que hay en castellano de la Sagrada Escritura... y de otros Autores que han florecido antes de la invención de la Imprenta (Madrid), Juan Antonio Pellicer y Saforcada.
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1778
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Explicación de la filosofía, y fundamentos botánicos de Linneo con la que se aclaran y entienden fácilmente las instituciones botánicas de Tournefort (Madrid, Antonio de Sancha), Antonio Palau y Verdera.
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1778
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Saggio Storico-apologetico della Letteratura Spagnuola contro le pregiudicate opinioni di alcuni moderni Scrittori Italiani (Génova), Xavier Llampillas.
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1778
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Las Naves de Cortés destruidas. Canto premiado por la Real Academia Española (Madrid, J. Ibarra; México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Joseph María Vaca de Guzmán.
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1778
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Donde las dan las toman: diálogo joco-serio sobre la traducción del Arte poética de Horacio que dio a luz d. Tomás de Iriarte: y sobre la impugnación que de aquella obra ha publicado d. Juan Joseph López de Sédano al fin del tomo ix del Parnaso Español (Madrid, Imprenta Real de la Gazeta), Tomás de Iriarte.
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1778,1781, 1798.
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La Poética de Aristóteles, dada á nuestra lengua Castellana por D. Alonso Ordóñez das Seijas y Tobar (Madrid, Antonio Sancha), rev. Casimiro Florez Canseco (Madrid, Imprenta Real; Madrid, Benito Cano).
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1779, 1784
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La Música (Madrid, Imprenta Real; reimpreso en México, F. de Zúñiga y Ontiveros), Tomás de Iriarte.
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1780
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Historia natural de la malagueta, o pimienta de Tavasco [sic] y noticia de los usos, virtudes y exención de derechos de esta saludable y gustosa especia (Madrid, J. Ibarra), Casimiro Gómez Ortega.
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1780, 1783
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Storia crítica di Spagna e della Cultura Spagnuola in ogni genere, P. Juan Francisco Masdeu; Historia crítica de España, y de la cultura española (Madrid, Antonio de Sancha, 1783-1805, 20 vols.).
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1781
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Historia verdadera, y famosa del Cid Campeador, D. Rodrigo Díaz de Vivar. Sacada de los más célebres y gravísimos autores y expurgada de varias fábulas y mentiras que traen varias historias y romances antiguos, según la refieren los insignes historiadores de España… (Madrid, Manuel Martín), Manuel Joseph Martín.
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1781
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Compendio de Rhetórica latina y castellana (Madrid, Plácido Barco López), Joseph de Muruzábal.
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1781
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Los erúditos a la violeta, ò curso completo de todas las ciencias (Madrid, D. Isidoro de Hernández Pacheco), José Cadalso.
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1781-1786
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Biblioteca Española, que contiene la noticia de los Escritores Rabinos Españoles, desde la época conocida de su literatura hasta el presente (Madrid, Imprenta Real de la Gazeta), Joseph Rodríguez de Castro.
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1782
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Reflexiones imparciales sobre la humanidad de los Españoles en las Indias, contra los pretendidos Filosofos, y Politicos, para ilustrar las historias de MM. Raynal y Robertson. Escritas en Italiano por el Abate D. Juan Nuix, traducidas por D. Pedro Varela y Ulloa (Madrid, J. Ibarra).
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1782
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Sátira contra los vicios introducidos en la poesía castellana, premiada por la Real Academia Española, en junta que celebró el día 15 de octubre de 1782 (Madrid, Joachín Ibarra), Juan Pablo Forner.
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1782-1798
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Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni Letteratura (Parma, Stamperia Reale; Madrid, Antonio de Sancha, 1784-1806, 10 vols.), Juan Andrés.
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1783-1788
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Le rivoluzioni del teatro musicale italiano dalla sua origina fino al presente (Bolonia, Stamperia di C. Trenti), Esteban Arteaga.
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1783-1805
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Historia crítica de España, y de la cultura española (Madrid, Antonio de Sancha, 20 vols.), Juan Francisco Masdeu.
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1784
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Tratado de la Pintura, por Leonardo da Vinci, y los tres libros que sobre el mismo Arte escribió Leon Bautista Alberti, traducido por Diego Antonio Rejón de Silva (Madrid, Imprenta Real).
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1784
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Saggi sul ristabilimento dell’antica arte de Greci, é de Romani Pittori, apresto Giovanni Gotti (Venecia), Vicente Requeno.
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1785
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Theatro Hespañol (Madrid, Imprenta Real), Vicente García de la Huerta.
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1785,1788
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Curso elemental de botánica: teórica y práctico... (Madrid, Imprenta Real, Impr. de la viuda e hijo de Marín; México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Casimiro Gómez Ortega.
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1786-1789
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Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América: es a saber, de los reynos del Perú, Nueva España, Tierra Firme, Chile y Nuevo Reyno de Grenada... (Madrid, Benito Cano, 5 vols.), Antonio de Alcedo y Herrera.
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1786-1793
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Diccionario castellano, con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas, francesa, latina e italiana (Madrid, Impr. de la viuda de Ibarra, hijos y compañía), Esteban Terreros y Pando.
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1786
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El orador christiano, ideado en tres diálogos (Valencia, Joseph i Thomas de Orga), Gregorio Mayans y Siscar.
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1786
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Oración apologética por la España, y su mérito literario; para que sirva de exôrnacion al Discurso leido por el Abate Denina en la Academia de Ciencias de Berlín, respondiendo á la qüestion: ¿Qué se debe á España? (Madrid, Imprenta Real), Juan Pablo Forner.
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1786
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Teatro histórico-crítico de la elocuencia española (Madrid, Antonio de Sancha), Antonio de Capmany y Palau.
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1786-1780
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Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reynado de Carlos iii (Madrid, Imprenta Real, 6 vols.), Juan Sempere y Guarinos.
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1787
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Fábulas de verso castellano para el uso del Real Seminario bascongado (Madrid, Imprenta Real), Félix María Samaniego.
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1787
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Diccionario español-latino-arábigo, en que siguiendo el diccionario abreviado de la Academia se ponen las correspondencias latinas y árabes, para facilitar el estudio de la lengua arábiga a los misioneros, y a los que viajaren o contrataren en Africa y Levante (Madrid, A. Sancha), Francisco Cañes.
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1788
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Bibliotheca hispana vetus sive, Hispani scriptores qui ab Octavini Augusti aevo ad Nahum Christi M.D. floruerunt (Madrid, J. Ibarra), Nicolás Antonio.
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1788
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Diccionario de las nobles artes para instrucción de los aficionados y uso de los profesores: contiene todos los términos y frases facultativas de la pintura, escultura, arquitectura y grabado... según el método del Diccionario de la Lengua Castellana compuesto por la Real Academia Española (Segovia, Antonio Espinosa), Diego Antonio Rejón de Silva.
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1789
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Investigaciones filosóficas sobre la belleza ideal (Madrid, A. de Sancha), Esteban de Arteaga.
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1789
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Revolución Francesa
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1790
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Opera: cum edita, tum inedita, ad autographi fidem et integritatem expressa, impensa et jussu regio (Madrid, Ibarrae Heredum), Francisco Hernández.
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1790
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Índice último de los libros prohibidos y mandados expurgar: para todos los reynos y señoríos del católico Rey de las Españas, El Señor Don Carlos iv. Contiene un resumen todos los libros puestos en el Índice Expurgatorio del año 1747, y en los Edictos posteriores, hasta fin de diciembre de 1789 (Madrid, Antonio de Sancha).
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1791
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Della influenza degli arabi sull’ origine della poesia moderna in Europa (Roma, Stamperia Pagliarini), Esteban Arteaga.
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1791 (circa)
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Discurso sobre el estudio metódico de la historia literaria. Para servir de introducción a los primeros Exercicios Públicos de ella, que en los días 23, 24, 25 de Septiembre de 1790 se tuviéron en la Biblioteca de los Reales Estudios de esta Corte, leído por don Cándido María Trigueros, Bibliotecario segundo, el día primero de dixos Exércicios (Madrid, Oficina de don Benito Cano).
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1792
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Estreno en el Teatro Príncipe, Madrid, de La comedia nueva, de Leandro Fernández de Moratín; publicación en Parma, Juan Bautista Bodoni.
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1793
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Historia del Nuevo Mundo (Madrid, Viuda de Ibarra, un tomo), Juan Bautista Muñoz.
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1800-1805
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Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas; y numeración, división y clases de estas, según la diversidad de sus idiomas y dialectos (Madrid, Imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, 6 vols.), Lorenzo Hervás y Panduro.
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México
1864
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Historia de la conquista de Méjico, Antonio de Solís (ediciones en España en 1691, 1735, 1748, 1756, 1763, 1770, 1771, 1776, 1780, 1783-1784, 1791, 1798-1799.
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1691-1701
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Poemas de la vnica poetisa americana, musa dezima, soror Juana Inés de la Cruz... que en varios metros, idiomas, y estilos, fertiliza varios assumptos, con elegantes, sutiles, claros ingeniosos, útiles versos: Para enseñanza, recreo, y admiración... (Barcelona, Joseph Llopis, 3a. ed.).
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1700
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Oriental planeta evangélico; epopeya sacropanegyrica al apóstol grande de las Indias, S. Francisco Xavier (México, Doña María de Benavides), Carlos de Sigüenza y Góngora.
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1701
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Regla del glorioso doct. de la iglesia S. Augustín, que han de guardar las religiosas del Convento del máximo doct. S. Jerónimo de la Puebla de los Angeles, y los demás que se fundaren del mismo instituto. Con las ordenanzas, y constituciones, que en su ejecución, y declaracion han hecho, los illustríssimos, y reverendíssimos señores obispos de la Puebla de los Angeles. Mandadas guardar, y reducidas a buena, y clara disposición, por el illustríssimo, y excmo. Señor Doct. Manuel Fernández de Santa Cruz, obispo de la Puebla de los Angeles... Con tabla de los capitulos, y materias (Puebla, Impr. de los herederos del capitán Juan de Villa Real).
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1713
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Arte de el idioma mexicano (México, Francisco de Ribera Calderón), Manuel Pérez.
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1714
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Fama, y obras póstumas del fénix de México, dézima musa, poetisa americana, sor Juana Inés de la Cruz, religiosa professa en el Convento de San jerónimo de la imperial ciudad de México (Madrid, Antonio Gonçalez de Reyes, a costa de Francisco Laso, mercader de libros, véndese en su casa, en frente de las Gradas de San Felipe el Real).
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1716
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Arte de lengua mexicana... corr. según su original por... Antonio de Olmedo y Torre (Puebla, Diego Fernández de León), Antonio Vázquez Gastelu.
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1725
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Las indias entendidas, por estar religiosamente sacramentadas, en el Convento, y templo de Corpus Christi de esta imperial corte de México... que en el día primero de los quatro de su dedicación solemne, domingo a 17 de julio de 1724... (¿Madrid?), Juan Ignacio de Castorena y Ursúa.
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1729
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Espejo crystalino de paciencia y viva imagen de Christo crucificado en la admirable vida y virtudes de la venerable madre María Inés de los Dolores (México, Herederos de la Vda. de Miguel de Rivera Calderón), Juan Antonio de Mora. |
1731
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Modo de ofrecer y visitar con fruto de devoción la Semana Santa las estaciones de los monumentos, sacados de los ejercicios devotos que cöpuso Juan de Palafox y Mendoza (México, Imprenta Real del Superior Gobierno de los Herederos de la Viuda de Miguel de Rivera).
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1731
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Vieyra impugnado por la madre sor Juana Inés de la Cruz y defendido por la madre sor Margarita Ignacia. Pónese al principio el sermón del mandato del padre Antonio Vieyra, que impugna la madre sor Juana, y que defiende la madre sor Margarita. Y al fin se añade la oración fúnebre, que dixo en las honras del padre Vieyra Manuel Cayetano de Sousa (Madrid, A. Sanz).
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1731
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El cherubín custodio de el árbol de la vida, la Santa Cruz de Querétaro: Vida de Ve. Siervo de Dios Fray Antonio de los Ángeles Bustamante (México, Joseph Bernardo de Hogal), Isidro Félix de Espinosa.
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1732
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Vocabulario en lengua castellana y cora (México, Herederos de la viuda de Francisco Rodríguez Lupercio), José de Ortega.
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1737
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El peregrino septentrional Atlante delineado en la exemplaríssima vida del venerable f. Antonio Margil de Jesús, fruto de la floridíssima ciudad de Valencia, hijo de su seráphica observante provincia, predicador misionero, notario apostólico, comisario del sto. Officio, fundador, y ex Guardian de tres Colegios, prefecto de las missiones de propaganda fide en todas las Indias Occidentales, y aclamado de la piedad por nuevo apóstol de Guatemala (México, J. B. de Hogal), Isidro Félix de Espinosa.
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1741
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La estrella de el norte de México: aparecida al rayar el día de la luz evangélica en este Nuevo Mundo, en la cumbre del cerro de Tepeyac, orilla del Tezcucano, a un natural recién convertido; pintada tres días después en su tilma, o capa de lienzo, delante del obispo, y de su familia, en su casa obispal: para luz en la fe a los indios: para rumbo cierto a los españoles en la virtud: para serenidad de las tempestuosas inundaciones de la laguna: en la historia de la milagrosa imagen de María Santísima de Guadalupe, que se apareció en la manta de Juan Diego (México, Antonio Velázquez a costa del dicho d. Juan Leonardo), Francisco de Florencia.
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1742
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Mercurio de México (México, Viuda e Joseph Bernardo Hogal).
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1743, 1786
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Historia de la conquista de México, población y progressos de la América Septentrional, conocida por el nombre de Nueva España (Córdoba, Imprenta de G. A. Serrano por F. de Ros; Madrid, B. Cano), Ignacio de Salazar y Olarte.
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1743-1744, 1748
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Theatro americano. Descripción general de los reinos y provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones (Méjico, viuda de Joseph Fernando de Hogal), José Antonio de Villaseñor y Sánchez.
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1746
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Idea de una Nueva Historia General de la América Septentrional. Fundada sobre material copioso de figuras, manuscritos de autores indios, últimamente descubiertos (Madrid, Juan de Zúñiga), Lorenzo Boturini Benaduci.
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1746
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Disertaciones (México, José Bernardo de Hogal), Juan José Eguiara y Eguren.
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1746
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Crónica apostólica y seraphica de todos los colegios de Propaganda Fide de la Nueva España de los misioneros franciscanos observantes (México), Isidro Félix de Espinosa.
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1746
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Varias poesías a lo divino (reimpreso en México, Joseph Bernardo de Hogal), Joseph de Castro.
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1747
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Nuevas impresas del peregrino americano septentrional atlante, descubiertas en lo que hizo quando vivía, y aun después de su muerte ha manifestado el V. P. F. Antonio Margil de Jesús: casos admirables de nuevo averigüadas que no están en la vida de este siervo de Dios estampada en el año de 1737, y pueden dessear los afectos de este varón memorable (México, Imprenta Real del Superior Gobierno y del Nuevo Rezado de Doña María de Rivera), Isidro Félix de Espinosa.
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1747
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Menologio de los varones más señalados en perfección religiosa de la provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España (México, Frencisco [sic] Retz), Francisco de Florencia.
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1748
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Mapa de las aguas que por el círculo de 90 leguas uienen a la laguna de Tescuco: y de la estención que ésta y la de Chalco tenían sacado del que en el siglo antecedente (México, Viuda de J. B. de Hogal), Carlos de Sigüenza y Góngora.
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1750
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“Prolusio grammatica de syntaxi habita ab auctore Francisco Xav. Alegre, S. J. Mexici” (manuscrito de un curso de gramática que Alegre preparó para la enseñanza en México, publicado en México en 1841 por J. M. Lara).
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1753
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El familiar de la América y doméstico de España, extraño de su patria y natural de la ajena. Vida my ejemplar del venerable Padre Dr. D. Juan Antonio Pérez de Espinosa (México), Isidro Félix de Espinosa.
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1754
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El apóstol mariano, representado en la vida del V. P. Juan de Salvatierra, escrita por el P. Miguel de Venegas y reducida a breve compendio (México, Doña María de Rivera), Juan Antonio de Oviedo.
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1754,1779
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Prosodia, o tiempo de la sylaba latina, según el libro quinto del Arte del P. Juan Luis de la Cerda de la Compañía de Jesús (México, Impr. del Nuevo Rezado de los Herederos de Doña María de Rivera, Imprenta de la Biblioteca de los Herederos de Joseph de Jáuregui), Santiago de Zamora.
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1755
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Biblioteca mexicana o Historia de los varones eruditos que en la América Boreal nacidos o que, en otra tierra procreados, por virtud de su mansión o estudios en ésta arraigados, en cualquier lengua algo por escrito legaron, principalmente de aquellos que en dilatar y favorecer la fe católica y la piedad con sus hazañas y con cualquier género de escritos publicados o inéditos, egregiamente florecieron (México, Nueva Imprenta en casa de los autores, destinada a editar la Biblioteca, un tomo), Juan José Eguiara y Eguren.
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1755
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La Religión del Carmen es la primogénita hija de mexorada suerte: Sermón panegýrico (México, Imprenta de la Biblioteca Mexicana), F. Lorenzo del Santísimo Sacramento.
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1755
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El Común Bienhechor para todos es el Señor de los Desconsolados (México, Imprenta de la Biblioteca Mexicana), F. Lorenzo del Santísimo Sacramento. |
1755
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“El Encantador divino, Loa para el Sr. de los Desconsolados en Theuacán de las Granadas, representada en esa villa por las carnestolendas”, F. Lorenzo del Santísimo Sacramento.
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1755
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Maravilla Americana y conjunto de raras maravillas, observadas con la direccion de las Reglas del Arte de la pintura en la prodigiosa Imagen de Nuestra Sra. De Guadalupe de México por Miguel de Cabrera, Pintor de el Illmo. Sr. Dr. D. Manuel Joseph Rubio y Salinas, Dignísimo Arzobispo de México y del Consejo de su Majestad &. A quien se la consagra (México, Imprenta del Real y más Antiguo Colegio de San Ildefonso).
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1755
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“Fuego de Dios es venido, el que es de todos amado”. Loa presentada el 17 de marzo en la Villa de Carrión Valle de Atlixco para dar recibimiento a don Juan Joseph Carrero y Astete, F. Lorenzo del Santísimo Sacramento.
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1755
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Zodiaco mariano, en que el sol de justicia Christo con la salud en las alas visita como signos, y casas proprias para beneficio de los hombres los templos, y lugares dedicados a los cultos de su SS. Madre por medio de las más célebres y milagrosas imágenes de la misma señora, que se veneran en esta América septentrional, y reynos de la Nueva España (México, Colegio de San Ildefonso), Francisco de Florencia.
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1757
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Noticia de la California, y de su conquista temporal, y espiritual hasta el tiempo presente. Sacada de la historia manuscrita, formada en México año de 1739 (Madrid, Imprenta de la viuda de M. Fernández y del Supremo consejo de la Inquisición), Miguel Venegas.
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1757, 1783
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Origen de los dos célebres santuarios de la Nueva Galicia, obispado de Guadalaxara, en la América septentrional. Noticia cierta de los milagrosos favores que hace la Santíssima Virgen, a los que en ellos y en sus dos imágenes la invocan, sacada de los processos auténticos (México, Bibliotheca Mexicana, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Francisco de Florencia.
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1758
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Catecismo mexicano... Dispúsolo primeramente en castellano el Padre Geronymo de Ripalda de la Compañía de Jesús... y literalmente lo traduxo del castellano, en el puro, y propio idioma mexicano el Padre Ignacio de Paredes de la misma Compañía (México, Biblioteca mexicana).
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1759
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Catecismo breve en lengua Otomi (México, Bibliotheca mexicana), Francisco de Miranda.
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1759
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Compendio del arte de la lengua mexicana (México, Bibliotheca mexicana), Horacio Carochi.
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1759
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Promptuario manual mexicano: que a la verdad podrá ser utilíssimo a los párrochos para la enseñanza... contiene cuarenta y seis pláticas con sus exemplos (México, Bibliotheca Mexicana), Ignacio de Paredes.
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1760
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El pecador arrepentido, poema heroyco sacro (México, Imprenta de la Bibliotheca Mexicana), Dionisio Martínez Pacheco.
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1760
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Explicación de el arco erigido en la puerta de el Palacio arzobispal de México, a la gloria de el rey N. Señor D. Carlos iii en el día de su solemne proclamación 25 de junio de 1760 por la lealtad de nuestro illustríssimo Señor arzobispo el Sr. Dr. D. Manuel Joseph Rubio y Salinas (México, Colegio real y más antiguo de S. Ildefonso).
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1760
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Exortación evangélica para excitar en todos los fieles cristianos, especialmente en los habitadores de esta amplíssima Septentrional América, el zelo de ayudar con limosnas a la Conversión de los Infieles... (México, Imprenta del Real y más Antiguo Colegio de San Ildefonso), Francisco Xavier Lazcano.
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1761
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Comentarios a las ordenanzas de minas (Madrid, Joachin Ibarra), Francisco Javier de Gamboa.
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1763
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Disertación apologética por las ciencias y las virtudes, contra la que escribió Juan Jacobo Rousseau y le premió la Academia de Dijon (Imprenta del Colegio Real de San Ignacio de la Puebla), F. Cristóbal Coriche.
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1764-1767
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Reescritura de la Historia de la Provincia de Jesús en Nueva España (1694), del P. Florencia, Francisco Javier Alegre (México, 1841, editado por Carlos María Bustamante).
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1767
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Rasgo breve de la grandeza guanajuatena, generoso desempeño con que celebró la regocijada dedicación del sumptuoso templo de la sagrada Compañía de Jesús, que a sus expensas erigió (Puebla, Real Colegio de San Ignacio), Nicolás Noroña.
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1767
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Reglas de orthographia, diccionario y arte del idioma Othomi (México, Bibliotheca Mexicana), Luis de Neve y Molina.
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1768
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Diario Literario de México José Antonio de Alzate y Ramírez.
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1768
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Nuevo mapa geográfico de la América septentrional perteneciente al virreinato de México (Madrid), José Antonio de Alzate y Ramírez.
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1769
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Lecciones Matemáticas (México, Imprenta de la Biblioteca Mexicana), José Ignacio Bartolache.
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1769,1773, 1780,1783
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De Deo, Deoque Homine Heroica (Cádiz, Venezia, Cesena, Gregorium Blasinium), Diego José Abad y García; traducido al español en octava rima por Diego Bringas de Manzaneda y Ensinas como Musa Americana, “poema que en verso heroico latino escribió un erudito americano, sobre los soberanos atributos de Dios” (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros). |
1770
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Colección de providencias dadas a fin de establecer la santa Vida Común... en los cinco numerosos conventos... de Puebla de los Ángeles (Puebla, Imprenta del Real Seminario Palafoxiano), Francisco Fabián y Fuero.
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1770
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Plano de la Nueva España: en que se señalan los viages que hizo el Capitán Hernán Cortés assí antes como después de conquistado el Imperio Mexicano (México, Impr. del superior gobierno, J. A. de Hogal), José Antonio de Alzate y Ramírez.
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1770
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Historia de Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés, aumentada con otros documentos y notas (México, Joseph Antonio de Hogal), Francisco Antonio Lorenzana.
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1770
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Cartas pastorales y edictos (México, Imprenta del Superior Gobierno, del Br. D. Joseph Antonio de Hogal), Francisco de Lorenzana
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1771
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iv Concilio Provincial Mexicano.
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1772-1773
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Asuntos varios sobre ciencias, y artes. Obra periódica... (México, Imprenta de la Biblioteca Mexicana de Josef de Jáuregui), José Antonio Alzate y Ramírez.
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1772-1773
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El Mercurio Volante, con noticias importantes y curiosas sobre física y medicina (México, Felipe Zúñiga y Ontiveros), José Ignacio Bartolache.
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1774
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Elementa recentioris philosophiae: ex melioris notae recentioribus philosophis, excerptum, congestum, adornatum (México, Joseph A. Jáuregui), Juan Benito Díaz de Gamarra.
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1774
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Academias filosóficas (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Juan Benito Díaz de Gamarra.
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1774
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Carta à una religiosa para su desengaño y direccion (Seminario Palafoxiano de la Puebla de los Ángeles), José Ortega Moro.
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1744
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Apología del Método de Estudios, impuestos por S. Rma. La dedica a N. Rmo. P. Fr. Juan Thomas de Boxadors, Maestro General del Orden de Predicadores (México, Biblioteca Mexicana del Lic. Joseph de Jáuregui), F. José Gallegos.
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1775
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Constituciones de La Real y Pontificia Universidad de México (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 2a. ed.).
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1776
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Homeri Ilias, Latino carmine expressa; cui accedit ejusdem Alexandrias, sive de expugnatione Tyri ab Alexandro Macedone [La Alexandriada, o La toma de Tiro por Alejandro de Macedonia] (Bolonia, Ferdinandi Pisarri), Francisco Javier Alegre.
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1776
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El sacerdote fiel, y según el Corazón de Dios. Elogio Fúnebre... a P. D. Luis Phelipe Neri de Alfaro (México, Imprenta de la Biblioteca del Lic. D. Joseph de Jáuregui), Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos.
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1777
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Creación del Real Tribunal de Minería.
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1778
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Descripción orthographica universal del eclipse de sol del día 24 de junio de 1778, dedicada al señor don Joaquín Velázquez de León (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Antonio León y Gama.
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1778
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Tardes americanas: gobierno gentil y católico: breve y particular noticia de toda la historia indiana: sucesos, casos, notables y cosas ignorados, desde la entrada de la Gran Nación Tulteca a esta tierra de Anáhuac, hasta los presentes tiempos. Trabajados por un Indio, y un Español (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Joseph Joaquín Granados y Gálvez.
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1778
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Discurso sobre el establecimiento de una escuela pública gratuita de primeras letras, y cristiana educación de los niños (México), Joseph María Carranza.
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1780
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Felicidad de México en la admirable aparición de la virgen Maria Nra. Sra. De Guadalupe, y origen de su milagrosa imagen (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Luis Becerra Tanco.
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1780-1781
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Storia Antica cavata da’migliore storici spagnuoli a la manuscrita e dalle Pitture antiche degli’indiani (Cesena, Gregorio Biasini, 4 vols.), Francisco Javier Clavijero.
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1781, 1782
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Rusticatio Mexicana (Modena, Bolonia, S. Thomas Aquinatis), Rafael Landívar.
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1782
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Instrucción sobre el remedio de las lagartijas, nuevamente descubierto para la curación del cancro, y otras enfermedades, que para su seguro use dedica a esta nobilísima y excelentísima ciudad de México (México, F. de Zúñiga y Ontiveros), Antonio de León y Gama.
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1782
|
Política Christiana para toda clase de personas, extractada de los documentos y avisos de San Gregorio el Magno, en la tercera parte de su Pastoral (Asunción de Guatemala, Antonio Sánchez de Cubillas), Josef Pérez Calama.
|
1782
|
Política Christiana para toda clase de personas, extractada de los documentos y avisos de San Gregorio el Magno, en la tercera parte de su Pastoral (Asunción de Guatemala, Antonio Sánchez de Cubillas), Josef Pérez Calama.
|
1782
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Breve ragguaglio della prodigiosa y rinomata immagine della Madona de Guadalupe de Messico (Cesena), Francisco Javier Clavijero.
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1783
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El triunfo del silencio. Canción heroica (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Joseph Agustín de Castro.
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1784-1809
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Gazeta de México (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros).
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1785
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Fundación de la Academia de San Carlos.
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1786
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Traducción de las Églogas viii, y x de el príncipe de los poetas latinos P. Virgilio Maron, a metro castellano (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Joseph Rafael Larrañaga.
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1787
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La América llorando por la temprana muerte de su amado... El Exmo. Señor D. Bernardo de Gálvez... (en verso) (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Agustín Pomposo Fernández de San Salvador.
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1787
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México llorosa, y México risueña, tristeza, y alegría, pésame, y parabienes por la sentida muerte del Exmo. Señor D. Bernardo de Gálvez... y por el Feliz nacimiento de la Señora Doña María Guadalupe Bernarda Felicitas de Gálvez (en verso) (México, Joseph Antonio Hogal), Joseph Sixto González de la Vega.
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1787
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Las lágrimas de la aurora en dos distintos efectos. Discursos metafóricos. Políticos e históricos que en la muerte del Exmo. Señor D. Bernardo de Gálvez... y al nacimiento feliz de la Señor Doña María de Guadalupe de Gálvez, su horóscopo... (en verso) (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Dionisio Pacheco Martínez de Itay.
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1788
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Apertura del Real Estudio Botánico.
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1788
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Prospecto de una Eneida apostólica, o epopeya, que celebra la predicación del V. apóstol del occidente, P. Fr. Antonio Margil de Jesús, intitulada Margileida (México, Imprenta nueva madrileña de los herederos de Joseph de Jáuregui), Bruno Francisco Larrañaga.
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1788
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La Muralla Zacatecana (México, Felipe Zúñiga y Ontiveros), Joseph Mariano Bezanilla.
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1788
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La Elmira. Tragedia moderna en cinco actos por D. ... con la segunda parte de los abates locos, y su loa en celebridad de los años del Exmo. Señor D. Manuel Antonio del Flores... (en verso) (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Juan Pisón y Vargas.
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1788-1795
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Observaciones sobre la Física, Historia Natural y Artes Útiles, después Gazetas de Literatura (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), editor José Alzate y Ramírez.
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1789
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Storia della California (Venecia, M. Fenzo, 2 vols.), Francisco Javier Clavijero.
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1789-1791
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Institutionum Theologicarum libri xviii in quibus omnia Catolicae ecclesiae dogmata, praecepta, mysteria, sacramenta, ritus adversus paganos, haereticos, et recentiores philosophos assertuntur, et explicantur (Venecia, Antonii Zattae, 7 vols.), Francisco Javier Alegre.
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1790
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Disertación física sobre la materia y formación de las auroras boreales; que con ocasión de la que apareció en México y otros lugares de la Nueva España el día 14 de Noviembre de 1789 (México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Antonio León y Gama.
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1791
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Descripción de las antigüedades de Xochicalco. Dedicada a los señores de la actual expedición marítima alrededor del orbe (México, F. de Zúñiga y Ontiveros), José Antonio de Alzate y Ramírez.
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1791
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Acto de contrición. Poema místico (Puebla, Pedro de la Rosa), Joseph Agustín de Castro.
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1791-1792
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Joannis Aloysii Maneiri Veracrucensis, De vitis aliquot Mexicanorum aliorumque qui sive virtute, sive litteris Mexici imprimis floruerunt. Pars prima [tertia] (Bolonia, Alelí a Vulpe), Juan Luis Maneiro.
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1792
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Crónica seráfica y apostólica del Colegio de propaganda fide de la Santa Cruz de Querétaro en la Nueva España: dedicada al santísimo patriarca el Señor San Joseph (México, F. de Zúñiga y Ontiveros), Juan Domingo Arricivita.
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1792
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La Portentosa vida de la Muerte, emperatriz de los sepulcros, vengadora de los agravios del altísimo, y muy señora de la humana naturaleza, cuya célebre historia encomienda a los hombres de buen gusto (México, Of. de los herederos del lic. D. Joseph de Jáuregui), F. Joaquín Bolaños.
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1792
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Genealogía de Gil Blas de Santillana, continuación de la vida de este famoso sujeto por su hijo don Alfonso Blas de Liria (Madrid, Imprenta Real), Bernardo María de Calzada.
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1792
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Descripción histórica y cronológica de las dos piedras que con ocasión del nuevo empedrado que se está formando en la plaza principal de México, se hallaron en ella año de 1790. Explícase el sistema de los calendarios de los Indios... Noticia... a que se añaden otras curiosas... sobre la mitología de los Mexicanos, sobre su astronomía, y sobre los ritos y ceremonias... en tiempo de su gentilidad (México, F. Zúñiga y Ontiveros), Antonio León y Gama.
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1792
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La felicidad de México en el establecimiento de la V. orden tercera de siervos de María: sermón que en la fiesta celebrada en acción de gracia por su fundación el día 2 de febrero de 1792 (México, F. de Zúñiga y Ontiveros), José Manuel Sartorio.
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1794
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Sermón guadalupano predicado por el P. Servando Teresa de Mier en La Colegiata, el 12 de diciembre (sin publicar en la época, manuscrito conocido por versiones autógrafas entregadas a los censores).
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1794
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Verdades eternas, confirmadas con la sagrada escritura, y expuestas en décimas castellanas (México, Joseph de Jáuregui), Francisco Xavier Lozano.
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1794
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Recreación poética en varios sonetos, y unas endechas de piadosas consideraciones (México, Herederos de Don Felipe de Zúñiga y Ontiveros), Joseph Plancarte.
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1795
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Delle case di citta degli antichi Romani secondo la doctrina Vitruvio (Roma, il Salomoni), Pietro Márquez.
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1795,1796
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Novena en honor del santo martyr Hipólito, patrón especialísimo de México y abogado contra la peste (México, Mariano de Zúñiga y Ontiveros, Joseph Fernández Jáuregui), Joseph Mariano de Gondra.
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1795-1805
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Elementos de orictognosia: o del conocimiento de los fósiles (México, Joseph de Zúñiga y Ontiveros, 2 vols.), Andrés Manuel del Río.
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1795
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Cartas del P. Servando Teresa de Mier al cronistas de Indias, Juan Bautista Muñoz, escritas desde Burgos, relativas a la tradición de Nuestra Señora de Guadalupe de México (sin publicar en la época).
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1796
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La lealtad americana, drama heroyco en un acto que se ha de representar en el teatro de esta M. N. y L. Ciudad de México el día 9 de Diciembre de 1796, en celebridad del feliz cumpleaños de nuestra augusta soberana, y colocación de la estatua del rey nuestro señor (Q .D. G.). Su autor... primer acto del coliseo, quien lo dedica a la exma. Señora Virreyna, Marquesa de Branciforte (en verso) (México, Joseph Fernández Jáuregui), Fernando Gavila.
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1797
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La imagen de María triunfante de las aguas: oración que dixo en el Santuario de Nuestra Señora de Los Angeles (México, Mariano Joseph de Zúñiga y Ontiveros), José Manuel Sartorio.
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1797
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Pensil americano florido en el rigor del invierno, la imagen de María Santísima de Guadalupe (México, M. J. de Zúniga y Ontiveros), Ignacio Carrillo y Pérez.
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Ms.
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“Fragmenta e libris Aristotelis De Anima”, en “Metaphysica” (México, Biblioteca Nacional, sin fecha), Diego José Abad.
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Ms.
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“Relacyón verífica que hace de la Procesión del Corpus de la ciudad de la Puebla” (México, AGN, sin fecha), Hepicurio Almonacir Calancha y Santander (seudónimo).
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Ms.
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(¿1751?) “Cursus philosophicus iuxta divi Thomas de Aquino doctrinam”, F. José Ignacio Cuellar.
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Ms.
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“Flora mexicana”, “Flora de Guatemala” (Jardín Botánico, Madrid), expediciones de José Mariano Mociño Suárez Losada y Martín Sessé y Lacaste (1787-1799).
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Ms.
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“Enfermedades Políticas que padece la Capital de esta Nueva Esp[añ]a... y remedios, que se la deben aplicar”, Hipólito Villarroel (4 vols., sin fecha) (University of California, Berkeley, Bancroft Library).
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A
Artes de lenguas indígenas. Notas en torno a las obras impresas en el siglo xviii, Las
B
Bibliothecas, tesauros literarios del siglo xviii, Las
C
Castellanización y las escuelas de lengua castellana durante el siglo xviii
Colegios y universidades, la fábrica de los letrados en el siglo xviii
H
Hagiografía en el siglo xviii, La
Historiadores del siglo xviii novohispano
Historiografía nueva en el siglo xviii, La
Humboldt en la Nueva España (y la posterior recepción de su obra en México)
I
L
Lecturas para todos: pronósticos y calendarios en el México virreinal
Literatura anticuaria en la Nueva España, La
Literatura aparicionista. Ilustración, milagros e identidad en el siglo xviii, La
Literatura artística en el siglo xviii
Literatura conventual femenina
Literatura del lugar: asesoramientos administrativos en el siglo xviii, La
N
P
R
S
Sermón como género en el siglo xviii, El
T