La obra de Guillaume Apollinaire bien puede ser, como su propio autor, un paradigma del hombre del siglo XX. Después de años de trabajo, reunió sus poemas escritos desde 1898 hasta 1913 en Alcoholes, que fue un acontecimiento literario en toda Europa; aunque practicó diferentes géneros y escribió una vasta obra, buena parte de su proyecto está expuesto en este libro. Apollinaire desempeñó un papel protagónico en los movimientos vanguardistas que renovarían la forma de hacer arte. El primer poema del libro, “Zona”, abre nuevos tópicos para el escritor: el canto a la modernidad y la experiencia de las ciudades como espacio literario. Aquí se hace notar su búsqueda de nuevas posibilidades estéticas para la poesía; se afirma como un formalista en la ausencia de puntuación y provocador de la sonoridad poética, como se aprecia en el poema célebre “El puente de Mirabeau”. Sus versos se caracterizan por la inclusión de silogismos y por un hermetismo expresivo basado en la evocación. Apollinaire, ante todo, fue la figura primordial de los movimientos literarios de su tiempo y consiguió que se integraran nuevos motivos a la tradición lírica. En este libro, que presentamos en la traducción de Agustí Bartra, va más allá de la experiencia particular, para concentrarse en una visión europea y novísima del arte. Giuseppe Ungaretti no se equivocó cuando dijo que él que pudo haber sido todo, pero “nunca pudo ser un nacionalista”.