Desde su aparición, en 1924, el éxito de esta única novela del escritor colombiano José Eustasio Rivera (1888-1928) fue apabullante; la crítica comenzó a reputarla como una obra pródiga en sugerencias, fuerza y originalidad, y hoy en día es considerada esencial en el desarrollo de las letras latinoamericanas.
La vorágine relata, en primera persona, lo ocurrido a Arturo Cova y Alicia, los protagonistas que, huyendo de la conservadora sociedad bogotana, se enfrentan a las llanuras, a las grandes extensiones de tierras yermas de Casanare, Colombia, "donde el hombre lucha a pleno sol, devorando el espacio sobre los caballos sudorosos y polvorientos". Más tarde habrán de internarse en la selva, en el recrudecimiento de la voracidad y la omnipresencia de la naturaleza, y se volverán testigos de las peores atrocidades e injusticias humanas en las zonas caucheras, allí "donde la sangre se confunde con la leche de los árboles y los detritus del suelo".
"Rivera es el cantor -dice Fernando Curiel en la introducción-, el descubridor y el historiador de la selva. [...] Hace la relación de su fauna y su flora, de sus pobladores que explotan o son explotados, de sus ritos y leyendas, de su magia inmanente [... con ese] asombro, curioso y reverente, con el que los conquistadores vieron, nombraron y recordaron al Nuevo Mundo [... con] la mirada hundida como un arpón en la naturaleza. Mirada sabia para traducir 'el idioma desconocido de las cosas'".
Esta novela es como una vorágine: un remolino impetuoso, una pasión desenfrenada; es un viaje al delirio y la violencia, un viaje a los infiernos que el último de los protagonistas, "con maniática fidelidad, recogerá en un cuaderno".