La palabra de Jesús Ramón Ibarra es un redondo relámpago cuyo eco alimenta los insomnios de la tribu que sueña con una muchacha de vientre núbil y la espuma del mar a la deriva de sus labios. Erguida sobre los andamios de la sangre y ejecutada como un solo de jazz, la poesía de Heroicas es vital, aérea, de indiscutible originalidad y eufónico ritmo. El poeta, náufrago de sí mismo, ha escrito señales de humo en los ojos del lector para ahogar su corazón y librarlo del naufragio cotidiano. Las ínsulas verbales halladas aquí son habitadas por las pasiones y fantasmas que rondan a su autor: el mar, los barcos, el amor, la música, la madre, el padre y, sí, el futbol. Poeta de la levedad, al igual que Lev Yashin, Jesús Ramón dispara un balón (el corazón del aire) hecho de sílabas de luz que se anida en las redes del alma. Poesía de la memoria, esférico verbo que rueda como sol quemante por el pasto recién cortado de la infancia, esta obra es la de un poeta indispensable al que Dios ha visto correr a la velocidad de la nostalgia.
Balam Rodrigo