La obra de Gérard de Nerval va más allá de los temas románticos de su época, los sobrepasa en alusiones y en inconformidad estilística. Este volumen incluye su libro emblemático, publicado póstumamente, Aurélia y la serie de poemas Las quimeras, en la traducción de Tomás Segovia. En Aurélia, Nerval describe el estado de perturbación que lo afecta luego de la muerte de la mujer amada. En su delirio, se deja ver al hombre desnaturalizado, la degradación metafísica en cuanto a su relación con el mundo y la constante distancia con lo divino; así, el protagonista emprende un viaje dentro de “la idea de un descenso a los infiernos”. Aurélia es una andanza mística, el devenir de una sensibilidad religiosa, el amor del descreído que hace su propia ficción: la del poeta en su estado romántico puro. En cuanto a los doce sonetos de Las quimeras fueron publicados con ese título, a manera de apéndice, en Las hijas del fuego. La influencia que han tenido estos sonetos en la historia de la poesía es innegable; El Desdichado, Artemisa y Cristo en olivos son algunos de los poemas que prefiguran la poesía por venir. El autor los definió cuando se publicaron, en el apéndice antes mencionado como poemas compuestos en un estado de “ensoñación supernaturalista”, que “perderían su encanto al explicarlos, si esto fuera posible”. A decir de Paul Bénichou, Nerval figura entre aquellos que “anuncian otra época de la poesía, una alteración del papel y de los poderes que el romanticismo triunfante atribuía al poeta”.