"Resolver enigmas es ocupación que nos tienta a muchos. Toda poesía consiste, en mayor o menor grado, en enigmas..." dice Aldous Huxley en un ensayo dedicado al género. Que la respuesta a esos enigmas haya sido como en el caso de Dante (por da un altísimo ejemplo), científica o metafísica, no le resta nada -al contrario- a su condición de enigmas. Los poemas que presenta en este libro Daniel Téllez son enigmas. Enigmas cuyas claves igual se hallan en su biografía que en la sociedad que le ha tocado vivir; en la poesía que admira, en los recovecos de la historia o en los arcanos lexicográficos de los diccionarios. Sólo que en una época desencantada desde hace mucho con las grandes verdades evidentes, a las que ha terminado por darles la espalda, se solaza hoy en día en las pequeñas capillas de culto -son pocos los lectores que pueden compartir los guiños y complicidades que van cifrados en tantos poemas, y que aluden al trabajo de otros poetas, señalados como artífices de enigmas (Lezama Lima, Vallejo, Deniz, Zurita) –o en pequeñas y vulgares verdades evidentes para quien vive al tanto de los medios. Verdades que aparecen en los poemas de Téllez y que muchos lectores –sobre todo mexicanos– podrán reconocer como parte de su Waste Land colectiva y personal:
Se suponía que nos habíamos ganado a pulso
un futuro de clase media
pero la época infatuada se volvió grotesca de repente
y nuestros disfrutables objetos de consumo
conformaron la tenebrosa pesadilla
la belle époque de nuestro cuerno de la abundancia.
Alberto Blanco