Agustín Yáñez fue un gran escritor a la vez tradicional e innovador; su obra novelística se vincula a la corriente poderosa de nuestros audaces y verdaderos narradores: José Joaquín Fernández de Lizardi, José T. Cuéllar, Manuel Payno, Micrós, Heriberto Frías, Mariano Azuela, José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán y Mauricio Magdalena. Después de Al filo del agua, su obra maestra, la narrativa mexicana cambió hacia múltiples direcciones. Entre los ejes cartesianos y la dialéctica freudiana, entre las acciones lineales y la interrelación de planos temporales, sus personajes se desdoblan ¾«hay tantos estilos como desdoblamientos»¾, de tal manera que, en ese pueblo, ahí donde el deseo «disimula su respiración, respiración profunda, respiración de fiebre a fuerzas contenida», el escritor trasciende los linderos de los entornos más visibles para trasladarse finalmente a la realidad plena, al mundo de la condición humana.