Enciclopedia de la Literatura en México

Pedro de Trejo

Hijo de Álvaro Martínez de Velasco y de Beatriz de Trejo, nació en Plasencia, Extremadura, en 1534; llegó a Nueva España hacia 1556 y se estableció en Nueva Galicia.[1] Se tienen noticias de su vida gracias al proceso inquisitorial que se le siguió. Todo empezó cuando su esposa, Isabel Álvarez Corona, lo acusó ante el cura y el vicario de la jurisdicción de malos tratos y de blasfemo. La acusación llevó el asunto a la Inquisición de Michoacán. Trejo llegó a Pátzcuaro, sede del inquisidor, en 1569:

En esta ciudad de Mechoacán a cuatro días del mes de julio del año de mil quinientos sesenta y nueve el Ilustríssimo y Reverendíssimo Señor don Antonio Morales de Molina, obispo de este obispado, por ante mí Juan Benavides, notario público, mandó aparecer ante sí a Pedro de Trejo para testimoniar su confesión en razón de ciertas coplas que tiene hechas y escritas de su mano…[2]

Ese mismo año, el obispo organizó en Pátzcuaro las honras fúnebres al príncipe Carlos, hijo de Felipe ii, muerto el año anterior, y a la reina de Castilla, Isabel de la Paz. A pesar de estar acusado y de que sus versos estaban en entredicho, Trejo participó en la celebración con algunos sonetos. Para entonces, había escrito varios poemas religiosos que reunió, junto con los mencionados sonetos fúnebres y otras composiciones profanas, en un cuaderno que tituló Obras de Pedro de Trejo, dedicado a Felipe ii.[3]

Los conflictos del poeta con la Inquisición continuaron[4] y el domingo 28 de febrero de 1574, vestido con el sambenito, formó parte de los penitenciados del primer auto de fe que se celebró en la Ciudad de México. Finalmente, se le condenó a cuatro años de soldado forzado y el 9 de marzo de 1575 salió de San Juan de Ulúa a cumplir su condena.[5] Hasta aquí las noticias: después de esta fecha nada se sabe de sus andanzas soldadescas ni de su muerte.

Prescindiendo de toda esta historia con la inquisición, Francisco Pérez de Salazar hace notar que Trejo debió de ser un hombre de singular talento, pues a pesar de no tener estudios literarios ni teológicos[6] y haber tratado asuntos doctrinarios en sus composiciones, no incurrió en errores de peso[7], y todas sus desventuras parecen haber sido provocadas por rencillas familiares.

Una parte de la obra del poeta se reúne en el Cancionero general de obras del poeta pedro de Trejo, plasenciano, dirigidas al muy alto y poderoso señor y monarca don Phelipe, segundo de este nombre, majestad real por divina permisión para defensa de su católica Iglesia, rey de España… manuscrito elaborado en Nueva España en 1569, actualmente perdido y que fue propiedad de Francisco Pérez de Salazar (este Cancionero sólo contiene poesía religiosa). La otra parte (Obras de Pedro de Trejo) está incluida en el proceso;[8] aquí encontramos más composiciones profanas que religiosas:

Algunos son versos de amor; otros fueron escritos en ocasión de algún acontecimiento, como los que se refieren a la rebelión que se atribuyó a los hermanos Alonso y Gil González de Ávila; unos los pone en boca de una dama desengañada del amor mexicano;[9] otros los dedica a dos amigos suyos de Colima; a una dama ausente le envía cierta carta con unas quintillas fáciles y bien rimadas. Y otros muchos en que intenta con éxito diferentes metros y combinaciones, saliendo especialmente airoso en las décimas, entre las que hay algunas sonoras y fluidas. Es también de notar el acróstico que en forma dialogada dedica a doña Magdalena de Herrera y Zamorano, uno de los primeros quizá, si no el primero, que se escribió en América[10].

En 1944, el Boletín del Archivo General de la Nación publicó una transcripción del manuscrito recogido por la Inquisición (“Poesías sagradas y profanas de Pedro de Trejo (1569)”, 1944, vol. 15, núm. 2, 209-311).

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