A manera de prólogo, Evodio Escalante Afirma en La Vanguardia extraviada que: “Al limbo ingresan todos aquellos entes que por alguna extraña razón o circunstancia nunca adquirieron un presencia real. Existieron pero nadie los recuerda, se afanaron pero pasaron inadvertidos, se encuentran perdidos, extraviados en algún pliegue de esa historia de la cultura que, a la vez que los arropa con un bálsamo oscuro, los sustrae de la vista de todos. El poeticismo es uno de estos fantasmas. Movimiento de vanguardia creado por Enrique González Rojo y Eduardo Lizalde hacia 1948, el poeticismo pretendió renovar desde sus cimientos mismos los procedimientos de la creación poética, estableciendo complicados esquemas racionales que servirían para crear imágenes, metáforas de una enorme originalidad.”
En palabras de su autor, este libro representa para el poeticismo “el primer intento serio de ubicar su alcance y sus consecuencias dentro de la poesía mexicana del siglo XX. Por mucho que hayan tomado distancia del movimiento en el que una vez participaron, los polvos de aquellos lodos se reflejan de múltiples maneras en la obra madura de Enrique Gonzáles Rojo, Marco Antonio Montes de Oca y Eduardo Lizalde”.