Daniel Cazés, uno de los organizadores del encuentro del cual surge este libro, afirma que se ha vuelto cada vez más evidente en nuestros días que el mundo del pensamiento, del conocimiento, de la expresión artística, es un mundo complejo. Su dilema fundamental consiste en hacerlo un mundo de todo mundo, sin posibilidad de que en él prevalezca un pensamiento único, un conocimiento exclusivamente unitario en función del mercado o de los mercados, un arte institucional limitado a consignas e intereses de algunas corrientes, grupos o alianzas dominantes. preguntar si el arte debe academizarse o si la academia debe artistizarse es todo lo inadecuado que puede ser el planteamiento de una disyuntiva que no tiene razón de ser.
Lo que en Lo otro, el teatro y los otros se está llamando arte no lo es contrario de lo que se intenta definir como académico; para Cezés la actividad creativa desplegada por quienes hacen arte no es, en lo fundamental, diferente ni mucho menos opuesta a la que realizan quienes se dedican a la ciencia: el rigor que requiere una investigación no es disímil del que exigen la concepción y la ejecución de una obra de arte. Y la creación artística tampoco se distingue demasiado de la científica.
Cada escuela de cada manifestación artística debe preguntarse quién es y qué esperan de ella tanto sus propios estudiantes como la sociedad, señala José Ramón Enríquez, otro de los organizadores. He aquí un conjunto de reflexiones que bien pueden funcionar como antesala para el gran reto que significa la transformación de nuestra Máxima Casa de Estudios en el siglo XXI.