Desde su aparición a finales de los setenta del siglo XX, este ensayo “fotogénico y pionero” (como se apunta en la segunda edición) se convirtió en referencia obligada para los estudios de los llamados medios masivos impresos (comic, fotonovela, publicidad narrativa fija). Además, con Fotonovela rosa, fotonovela roja, su autor emprende un rimero de trabajos, no menos inexcusables, sobre el lenguaje de la radio y la literatura icónica que culmina con Mal de ojo (UNAM, 1989)
Una situación imprevista (o, por qué no, previsible) robustece la significación de Fotonovela rosa, fotonovela roja. Aquel producto semanal, gallina de los huevos de oro, radiografía de los sentidos que se disputaban miles de consumidores al margen de su signo intelectual, desapareció de la faz (antes gimoteante) de los kioskos. Otro caso de estética industrial extinta.
Sepa el arqueólogo de la cultura popular, profesional o aficionado, qué fue histórica, económica, jurídica y semióticamente la fotonovela patria en sus presentaciones rosa (apacible) y roja (experimental).