Confundida frecuentemente con Buenos Aires, Montevideo o Paraná, la Santa María de Juan Carlos Onetti algo tiene de aquellas urbes, un aire de familia, aunque resulte al final, como Macondo o Comala, una ciudad única y distinta que existe sólo gracias a los artilugios de la ficción.
Santa María de Onetti, —ciudad de autor, ciudad de su autor— es, como lo prueba esta Guía de lectores forasteros, una invención con vida propia, un microcosmos de la imaginación cuyos habitantes constituyen, sin duda, una de las sociedades más ricas del nuestro continente de las letras.
Lector minucioso de Juan Carlos Onetti, Fernando Curiel idea y traza, mediante la recreación de la escritura, el mapa y los planos de la ciudad que antes idearon y trazaron el propio Onetti y su arrendatario Juan María Brausen. Santa María de Onetti es, así no sólo un trabajo crítico, sino una puntual reconstrucción de la historia de la ciudad fluvial y de sus personajes; de la urbe fundacional y del puerto imaginario; de las calles atrapadas en el texto y, en fin, de la Santa María que se mira como un sueño.