En apariencia el mundo cercano, de casi cualquier familia, está poblado por gente común. ¿Qué sucede, entonces, cuando la protagonista de dicho universo descubre que su madre es una Basilisco; su padre, un Licántropo; su abuelo, un Cancerbero; su tío, un Búfalo, y su hermana, una Súcubo?
Los personajes de Bestiaria vida van configurando el laberinto en el que vive nuestro personaje: una mujer que se enfrenta a sus propios demonios personales y que en un momento determinado hace un ejercicio de reflexión para contarnos su historia. Su objetivo no es otro que analizar por qué ha llegado a la situación en la que se encuentra. Los vínculos entre el sujeto y su entorno familiar se explican a través de personajes que, mediante analogías, son identificados con el bestiario literario.
La novela despliega una dura crítica a la sociedad de nuestros días en la que el consumismo, el pragmatismo, los valores homogeneizantes y las altas dosis de hedonismo suplantan a los valores humanísticos. Cecilia Eudave configura un personaje que revela la soledad de nuestro tiempo y la imposibilidad de relacionarnos de manera efectiva; aquello que poco tiempo después afirmaría el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien en La sociedad del cansancio (2010) subrayó la presencia continuada en nuestras sociedades de depresiones, desdoblamientos de personalidad o agotamiento; trastornos que surgen de un sistema que nos empuja a ser «sujetos de rendimiento». La situación de desasosiego en la que vive la protagonista de nuestra novela se debe en gran parte a la maquinación laboral, la alienación que sufre la mujer en nuestras sociedades posmodernas.
Cecilia Eudave configura una sutil ficción intimista, cargada a la vez de humor negro y de cierta melancolía que brota cuando la protagonista entra en las profundidades de su psiquis, en ese espacio interior que uno, para reconocer y reconocerse, debe explorar.