Vivir no es preciso, navegar sí es preciso, es el espíritu que anima Travesía. Es la literatura como aventura; la aventura como literatura. Lo dice Jack Kerouac en On the Road: Yo era joven y quería viajar. Mauricio Carrera rescata sus memorias de un viaje singular: 3 mil 500 kilómetros en una expedición de lanchas, con motor fuera de borda, que recorre las costas de Panamá, Colombia, Aruba, Curazao, Bonaire y Venezuela.
Encuentros con tormentas, tiburones, guerrilleros, piratas, contrabandistas y la temible Boca de Cenizas marcan el recorrido por un mar Caribe lleno de bellezas y de peligro. La torre de marfil del escritor desaparece para aventurarse a navegar como una forma no sólo de vida, sino de búsqueda de historias a pesar del sol implacable, los mosquitos kamikaze, el tiburón de Cayos Holandeses, la sal en la piel o el océano voluble.
El autor hace suya la frase de Joseph Conrad en Lord Jim: Después de un curso de amena literatura me hice a la mar, y brinda otro buen ejemplo de su inquietud por conjugar vida, aventuras y literatura.