En este excepcional conjunto de relatos, Alfonso Orejel demuestra que la condición trágica del ser humano no consiste, como muchos suponen, en el hecho de estar sujeto a fuerzas que lo superan y que, de manera inexorable, deciden su suerte, sino en la rebeldía que impulsa al individuo a encarar ese detino, aun sabiendo que su rebelión resultará infructuosa y que, al final del camino, lo espera la muerte. En efecto, la mayoría de los personajes que publan estos cuentos se reconocen vulnerables frente a los embates de la naturaleza (representada por el mar) o ante la violencia de su entorno. Sin embargo, ello no les impide reaccionar a un destino que lejos de convertirlos en víctimas pasivas, los empuja a responder a la desgracia -a veces mediante un simple gesto- y así reafirmar su humanidad.