Números para contar es un cuentario que se parece a una partitura musical: se rige por números. Así, no es difícil entender que unos cuentos sean más largos o más breves que otros. Contiene, por ejemplo, microrrelatos de cinco palabras que no desentonan en la unidad del concierto; por el contrario, dan el tono, el matiz, la campanada perfecta para los cambios de ritmo en pos de una armonía global. Se trata de un trabajo lúdico, bien escrito, a veces divertido, a veces irónico e, incluso, tierno.
La apuesta literaria de Manuel Lino consiste en equiparar lo que cuentan los números con lo que cuentan las palabras, en base a historias siempre precisas y finales (abiertos o cerrados) contundentes. Es en sí un concierto que podría ser pitagórico "si hablará de los cuerpos celestes"; entonces, si no es pitagórico, es terrenal, con todo lo divino que se deriva de una literatura todo terreno.