Jorge Luis Borges decía que un hombre es todos los hombres. Milton Vidrio no fue la excepción. Con los sueños y deseos de todo joven por crear la gran obra, llega a Guadalajara en la década de los treinta para, allí, iniciar un viaje sedentario en el que se interna en el mundo de las letras por una de sus puertas laterales que, a la postre, será la puerta principal para que otros jóvenes cumplan sus propios viajes literarios. Compañía amistosa y excéntrica de Juan Rulfo, Alí Chumacero, Jorge González Durán, José Luis Martínez y Juan José Arreola, entre otros jaliscienses ilustres, la vida de Milton Vidrio es, en palabras de Tennesse Williams, "Arrebatar lo eterno a lo desesperadamente fugaz." Y eso y más lo narra Ernesto Lumbreras con una prosa templada, sin falsos efectismos y que logra que el lector se sienta el protagonista de esta historia en la que un hombre, en el fondo, es todos los hombres.