Rodrigo Macón despierta después de quince días de juerga. Los gritos de su padre -un hacendado prominente de San Andrés-, que sube las escaleras sin quitarse las espuelas por el coraje que lo impulsa, le recuerdan su "mala conducta". Tal estrépito le anuncia consecuencias amenazantes. Don Ricardo le ordena bajar de inmediato a su despacho, y cuando al fin logra presentarse mareado y con náuseas, Rodrigo recibe de sus manos una carta del general Díaz (sí, Porfirio) que habrá de trastocar sus planes políticos por relacionarse con gente subversiva y, en medio de diversas peripecias, su vida amorosa.
La casa Macón desciende a los pormenores de situaciones y personajes que viven al final de una etapa y desde la perspectiva de las clases pudientes, pero también se asoma a las circunstancias de los desclasados o de quienes pretenden transformar el orden establecido. En ella se rescata el lenguaje y la ideología de los poderosos quienes creen tener la razón y el buen sentido, de los arribistas que reflejan su lado oscuro, y al mismo tiempo recupera el pensamiento revolucionario que atisba en medio de un mundo esencialmente conservador.
Esa casa es escenario de las aventuras juveniles y de las costumbres que parecen querer ahogar la vitalidad naciente. Hay pasadizos secretos que comunican, desde la casa Macón, a las grandes casas de la región. Tanto el protagonista como sus compañeros pueden presenciar conversaciones y manejos, arreglos subrepticios y declaraciones de amor.
Más allá de un género que se creía acabado, José Jorge Sordo Yunes rescata un mundo y lo reconstruye con el lenguaje que parecía haberse quedado en el olvido. Al final se reconoce ese universo porque mutatis mutandis todavía existen semejantes características en la realidad actual.
Otras obras de la colección (Asteriscos):
Obras por número o año
Obras por género literario
